Movimiento Fútbol Callejero y las Ligas Coed en Estados Unidos

Ildefonso Apelanz (MS, MA, PHD/ABD) – Proyectar Nación – Revista con Efecto – 25 de Abril de 2016.

En «Revista Con Efecto» hablamos sobre el Movimiento de Fútbol Callejero. Una iniciativa que acepta y reconoce a las mujeres dentro del fútbol de potrero. 

El 10 de Marzo de este año tuve el placer de conversar con Mariel Rivera, representante del Movimiento Fútbol Callejero (MFC), programa que forma parte del club Defensores del Chaco, ubicado en Paso del ReyPartido de Moreno.

Revista Con Efecto estuvo presente en el último torneo internacional de MFC en la Ciudad de Buenos Aires. De aquel evento a nuestra conversación mucho ha sucedido en términos de organización y dirección. Mariel ha asumido la dirigencia del programa y conversamos sobre varios aspectos del movimiento y del fútbol en general.

Como siempre, nuestra contribución desde la perspectiva de género se esmera en desmonopolizar las ideas masculinas del fútbol argentino y al mismo tiempo contribuir con el trabajo de incorporación, aceptación y reconocimiento a los aportes históricos y presentes que las mujeres le han dado y continúan haciendo al fútbol argentino, nuestr@ y de tod@s.

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El ya fallecido antropólogo Archetti (1999) fundamentaba la idea del deporte con el estado moderno vinculando la formación de la idea de lo nacional con el deporte puesto que este conjugaba una ideología que contribuía al imaginario masculino de la nación. El fútbol, mediante la composición de los potreros como arenas masculinas y fundamento de las bases del fútbol, ha sido por excelencia el espacio formativo de los pibes (Archetti 1999). Sin duda, muchos de nosotros, habiendo sido pibes hemos jugado en esa variedad de espacios urbanos que iban desde los terrenos baldíos, hasta las calles y los puentes cerrados como en mi caso (el puente de la Avenida San Martín, en la Paternal, fue mi potrero de la infancia). Me pregunto que hubieran sido de la relaciones entre hombres y mujeres si aquellos potreros hubieran incorporado, aceptado, reconocido y respetado a las mujeres como parte importante de ese imaginario futbolístico.

Lo que sigue es la narración de nuestra conversación. El lector podrá apreciar entre comillas comentarios textuales provistos por Mariel. La constitución de este artículo tiene mucho de literatura testimonial, ya que la oraciones que forman los párrafos están mezclados con las palabras de Mariel y mis apreciaciones personales producto de la charla franca mantenida por mas de media hora. La construcción histórica del movimiento así como otros datos de referencia sobre el MFC son información que surgieron de la conversación.

Desarrollo de la narrativa en conjunto.

En el diálogo mantenido con Mariel nos conto que el Movimiento nace entre el 2000 y 2001 en Moreno  y cuyo contexto histórico tiene como referencia la crisis económica de aquel momento y en donde “la cancha de fútbol emerge como el lugar de representación de la situación social que se vivía en el momento: violencia, dentro y fuera de la cancha.

Dada la crisis en lo político, económico y social que experimentaba el país en aquel entonces, se observó un cambio en el espacio de las instituciones en relación con sus funciones sociales: por una lado la escuela aparece como el lugar para comer porque muchos hogares carecen de las medios para solventar dichas necesidades, provocando una relativización de la institución en relación con la escolarización. Por otro, la familia, la casa, disminuye su capacidad de contención para responder a la crisis y que conlleva circunstancias generadoras de violencia o hechos violentos en sí mismo. De esta forma y desde estas circunstancias se (re)configura al deporte, específicamente el fútbol, como una herramienta social y así utilizarlo para “resolver problemáticas sociales de aquel momento”.

“Todo salió de la practica y de la reflexión sobre la practica”

La metodología de fútbol callejero nace de un proceso reflexivo que integró desde sus orígenes las organizaciones barriales, de base, o agrupaciones informales para abarcar la mayor cantidad de jóvenes, chicos y chicas y ofrecerles un espacio para el crecimiento. Así fue que profesores y fundadores fueron a organizaciones barriales, de base, y empezaron a jugar al fútbol. De esos primeros contactos deportivos se preguntaron “¿que pasa si premiamos el juego bonito?”. Pero el concepto de juego bonito no se relacionaba solamente con la noción de Messi o Maradona, es decir, jogo bonito de estilo sino que más importante hacia referencia a las relaciones y comportamientos humanos dentro y fuera de la cancha.

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Sin embargo, “los pibes se mataban igual en cualquier cancha, se mataban igual adentro y afuera”. Reflexionando sobre esta situación se planteó la integración de la mujer como una alternativa posible y necesaria. Lo que sucedía adentro de la cancha también se daba afuera y desde otro género, en las tribunas “las chicas, lo mismo que las madres, miraban desde afuera y a veces hasta incentivaban esa violencia alentando mal o insultando”. Estos hechos simultáneos de violencia generaron entre otras cosas la respuesta de profesores y educadores en virtud de la cual se incluyó a las mujeres dentro del campo de juego. Cuando se logró eso, cuando les dijeron “che vengan súmense a jugar” el nivel de violencia disminuyó, en el largo plazo, notablemente. “Los chicos iban a tener mayor cuidado con las compañeras o amigas y no iba a ser tan brusco”. De todas maneras, al principio la violencia entre los hombres no cayo inmediatamente ni tampoco la mujer adquirió un rol muy activo en los partidos en el corto término. “Por ahí estaba parada en la cancha pero no hacía nada más que eso y ni si quiera se la pasaban…” La concepción de que por ser mujer, la mujer queda aislada del deporte no concuerda con la realidad de la practica de muchas mujeres. Por lo tanto era necesario romper con esos estereotipos desde la experiencia. Desde esa realidad, que nace de lo que sucede y no de la teoría, aparece la necesidad de generar ciertas reglas para jugar al fútbol incorporando, aceptado y legitimando el papel de la mujer en fútbol callejero. “Pero estas reglas debían ser acordadas por los mismos jóvenes” de manera que los participantes asumieran la responsabilidad del juego y de las reglas que proponían. Este esquema de la auto regulación reivindicaba las viejas reglas del potrero porque cuando jugábamos en ese espacio, te juntabas con tus amigos y se arreglaban las reglas ahí mismo: arco chico o arco grande, si el gol del arquero vale, donde sale la pelota, si sacas con la mano los laterales, etc.

De ese comienzo se va formando la metodología, que se fue modificando y avanzando para convertirse en lo que se realiza hoy en día: juego mixto, al menos una mujer o un hombre en cada equipo; tres tiempos; sin árbitros; y con un mediador, educador popular o docente.

En un primer momento, para poder potenciar la participación de la mujer y que no sea solamente un palo parado en la cancha se premiaba el gol de la mujer como doble. Entonces, sí o sí le querían pasar la pelota a la mujer para que meta un gol y sumar más puntos. Pero no tardo mucho hasta que llegó un momento en la metodología que una de las chicas levantó la mano y dijo: “Che, pero por que mi gol tiene que valer doble si en realidad estamos en igualdad de condiciones”. Ahí hubo como un quiebre, una fractura dentro y fuera de la cancha. Desde ese momento, en Argentina como en la mayoría de los países donde se juega, el gol de la mujer vale uno, en muy pocos contextos se sigue premiando doble.

Desarrollo y explicación de la metodología.

La metodología de fútbol callejero consiste en un encuentro deportivo/social por dos equipos de jóvenes y cuya participación se da durante un juego de tres tiempos. Solo en uno de los tiempos, el segundo de los tres, se juega al fútbol y ganar el partido no es indicativo de ganar la partida.

En el primer tiempo, se establecen la reglas del fútbol al mismo estilo que se hacían en el potrero. Algunas hasta se asemejan a las que implementábamos jugando al metegol: gol de arquero vale doble (o no),  con o sin molinetes,  si hay o no cambios de posición de los jugadores (participantes), si esta pinchada quien la mueve y desde donde…

En el segundo tiempo se juega el partido de fútbol sin réferis. El mediador observa el partido y toma notas de los hechos que puedan ser relevantes para discutir durante el tercer tiempo.

En el tercer tiempo “lo que se hace es discutir como se ganó y como se jugó” entonces ahí se ponen en juego los tres valores que la metodología destaca como importantes tanto en el juego como en la vida cotidiana: el respeto, la cooperación y la solidaridad. La función del mediador es estimular que los jóvenes se pongan de acuerdo para ver si los equipos fueron respetuosos, fueron solidarios y/o fueron cooperativos y de tal forma elegir al ganador.

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Durante ese tercer tiempo mediador y jugador@s van discutiendo valor por valor. El respeto tiene que ver con las reglas que acordaron y con el respeto mutuo. Si las cumplieron si no las cumplieron, por que, cuando sí y cuando no, etc. En relación a la solidaridad, se busca ponerse en el lugar del otro, el respeto también con el otro porque no es uno contra el otro sino uno con el otro, porque sin el otro sería imposible el juego. También es importante establecer sí fueron empáticos, si al que se cayó lo levantaron, etc. Esto esta relacionado con los niveles de violencia: “En la cancha se demuestra todo” y poder reflexionar sobre eso bajar un cambio y poder ver que están sintiendo ellos y hacerse cargo de las cosas que hacen y que se dicen dentro del campo de juego. El valor de la cooperación tiene que ver con el análisis del equipo para si mismo, si fueron cooperativos entre ellos. “Si las mujeres y los varones tocaron la pelota la misma cantidad de veces, si las mujeres se sintieron incluidas en el equipo o no…” Muchas veces ocurre que un equipo tiene todo definido y en el último punto las chicas dicen que no las incluyeron, que no las tuvieron en cuenta y ese equipo pierde porque no cumplieron con la cooperación.

“Por eso es fundamental el mediador para abrirle la cabeza a los chicos más en las sociedades que ahora estamos y que hay cosas que vienen de la cultura y que están muy arraigadas y que es muy difícil romper con los esquemas pero la verdad es que en fútbol callejero se pudo.”

El mediador o educador popular.

La figura del mediador es muy importante en esta intervención y por ende se trabaja de manera muy fuerte para que tenga las herramientas necesarias: diálogo y conceso de forma tal de poder acordar con los chicos y chicas participantes el resultado del juego. Por otra parte, para que la metodología tenga un impacto real, para que uno pueda resolver varias cuestiones que tienen que ver con la violencia la violencia de genero, la discriminación, las diferentes realidades sociales que viven los participantes, es importante que el mediador entienda las problemática de los chicos y chicas y que pueda abordar los mismos mediante la metodología del fútbol callejero.

“Nosotros no queremos cambiar el fútbol sino jugarlo de otra manera y que sea diferente y por eso un poco los encuentros se hacen en la calle para que la gente los pueda ver y un poco para reivindicar el espacio público, no queremos un Messi, queremos jóvenes que puedan disfrutar de los espacios y también de incidir en sus propias comunidades, de formar ciudadanos críticos. Es ese el sentido de todo lo que hacemos.”

Conclusiones

Quisiera reflexionar en algunos aspectos importantes del MFC para luego darle forma a las experiencias de jugar en las ligas COED de futbol en los Estados Unidos.

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En primer lugar, la intervención social FC rompe formalmente con la segregación en el fútbol siendo el único programa deportivo formal que incorpora al hombre y la mujer en el campo de juego. No solo incorpora a la mujer dentro de un espacio social e históricamente normativo como lo es el potrero sino que le además, dicho proceso educativo/deportivo trabaja las relaciones humanas y de género de forma tal que la mujer dentro de este proceso logra situarse dentro de un espacio de igualdad. Los hombres parecen moverse de una noción de toleración de la mujer en la cancha hacia percepciones de valores humanos que incorporan la producción futbolística de la mujer sin prejuicios. Aceptan, reconocen e incorporan las habilidades y conocimiento de la mujer en el fútbol.

Es importante destacar que el tercer tiempo, esa fase reflexiva de la actividad actúa como un espacio educativo de inclusión y debate. La comunicación es fundamental para poder escuchar al otr@ y lograr entender su postura.

Hace poco estuve haciendo un estudio etnográfico sobre una situación similar, las ligas “coed” de fútbol en los Estados Unidos. Las ligas coed son ligas de fútbol 6 (5 jugadores y un arquero/a) en las que los equipos deben tener 2 mujeres como mínimo dentro de la cancha. Por lo general, los equipos presentan 2 mujeres y 4 hombres. Las mujeres pueden ser substituidas solo por otras mujeres ya que en la cancha de juego, el reglamento indica que ese mínimo de mujeres debe cumplirse. Los equipos por lo general tienen 10 jugadores en total de los cuales 7 son hombres y 3 mujeres.

En nuestro próximo encuentro seguiremos con este tema y les hare llegar mis reflexiones sobre lo que vi y mi experiencia como jugador. También retomaremos dentro de este enfoque, nuevos análisis del MFC.

Una vez más los invito a debatir, ampliar, y/o aportar nuevas ideas/conceptos a lo que escribo con honestidad. Dejo así mis puertas abiertas para que este espacio invite a la reflexión, la colaboración y el debate. Quedo dispuesto a colaborar con mujeres y hombres para desarrollar esta temática con profundidad y respeto.

Hasta la próxima semana, que no sea nada, y a seguir pegando con efecto al ángulo, allá lejos donde tejen las arañas… Muchas Gracias.

GENTILEZA IMAGEN DESTACADA: ORSAI REVISTA