Renunció Leo Varadkar, el primer ministro de Irlanda

Lic. Agostina Salman

Imagen extraída de Independent.ie – ‘We all need to share the burden of migration’

Leo Varadkar, el primer ministro irlandés, confirmó el pasado miércoles 20 de marzo, que presentará su dimisión al frente del Gobierno de coalición.

La decisión, que atañe también a su liderazgo en el partido Fine Gael, es por razones tanto personales como políticas, según dijo en una conferencia pública después de reunirse con su consejo de ministros.

Dicho esto, subrayó que seguirá al frente hasta que, tanto el Gobierno como el Fine Gael, elijan a su sucesor en ambos cargos. «Creo que la reelección de este Gobierno tripartito será lo correcto para el futuro de nuestro país”, señaló Varadkar.

Con 45 años de edad, Leo Varadkar es de origen indio y abiertamente homosexual, lo que ha dado aires de modernidad e inclusión colectiva al país tras su asunción.

Varadkar confesó ya no ser la mejor persona para el puesto, y cree que un nuevo taoiseach, o primer ministro, estará mejor posicionado para lograr el objetivo.

Varadkar defendió la labor del Gobierno de coalición entre conservadores del Fine Gael, centristas del Fianna Fáil y el Partido Verde, un ejecutivo del que ha formado parte desde 2020, los dos primeros años como viceprimer ministro y los dos últimos como taoiseach.

Su decisión ha causado sorpresa entre sus colegas, si bien se produce dos semanas después de la derrota de la propuesta del Ejecutivo, en dos referéndums encaminados a modernizar el concepto de familia y el papel de la mujer en la sociedad.

Varios analistas concuerdan en que, las tres formaciones coaligadas, no prevén que la dimisión de Varadkar provoque la convocatoria de unas elecciones generales anticipadas, previstas en principio para 2025.

El líder del Fine Gael fue elegido diputado en 2007 y ya ocupó el puesto de taoiseach entre 2017 y 2020, aunque declaró que dejaría la política al cumplir los 50 años.

Imagen extraída de Pinterest – Leo Varadkar tras su asunción

No obstante, la decisión de abandonar ambos cargos ha tomado por sorpresa a gran parte de su grupo parlamentario, según apuntan hoy los medios. «Sé que esto ha sido una sorpresa para muchos y una decepción para mí, pero espero que entiendan mi decisión. Nunca es el momento adecuado para abandonar un alto cargo, así que este es tan bueno como cualquier otro”, declaró.

Varadkar aseguró que la estabilidad a medio plazo está asegurada con la aprobación, por ejemplo, de los presupuestos para 2024, al tiempo que opinó que el próximo primer ministro y líder del Fine Gael tendrá tiempo suficiente para preparar las elecciones locales y europeas de junio y las generales de 2025.

Tuvimos la posibilidad de entrevistar a varios argentinos que han emigrado a Irlanda durante los últimos 10 años. La mayoría de ellos coincide en que la crisis de refugiados e inmigración ilegal son los grandes desafíos que Varadkar parece no haber podido atender.

En 2017, cuando el hoy ex Primer Ministro asumió, el hecho de que sea hijo de un indú y una irlandesa, sembró ciertos ánimos de reconciliación y aceptación de una nueva Irlanda, producto de mestizajes y migraciones. Hoy en día, aseguran ver cada vez más personas en situación de calle. También ven o sufren más actos delictivos; la mayoría son robos en la vía pública con algún arma blanca.

Éstas personas homeless o aquellas que cometen delitos, tras ser retenidos por la policía o por la misma gente en un acto de «justicia propia», son en su mayoría inmigrantes que confiesan haber ingresado al país de forma ilegal. Varones, de más de 25 años, con algún tipo de asistencia social, ya sea remunerativa o alimenticia. Lo cierto es que, lejos de detenerse éstos episodios, crecen. Creciendo a su vez el descontento popular y las manifestaciones y movimientos antimigratorios.

Irlanda post 23N

Imagen extraída de una columna de la BBC – Noviembre de 2023

El 23 de Noviembre de 2023 será recordado como un día oscuro en la historia del país. En Dublín, capital de Irlanda, hubo cientos de detenidos y decenas de heridos.

Los disturbios, que incluyeron saqueos, quemas y violencia, se produjeron luego de que un inmigrante argelino apuñale a tres niños y dos adultos, a plena luz del día.

Todos los partidos políticos condenaron la violencia, pero la peor dimensión de la condena sigue siendo social. Por supuesto que el 23N no fue un caso aislado, sino que vino a sellar, con ira y hartazgo, una serie de acontecimientos y protestas previas.

A lo largo de los últimos 10 años, han habido también manifestaciones pacíficas. Muchos ciudadanos pedían tener mayor acceso a la información, entendiéndose ésta como el conjunto organizado de datos procesados y previamente constatados, además de un mejor control en el flujo de entrada de inmigrantes.

“Los implicados han avergonzado a Dublín, han avergonzado a Irlanda y han avergonzado a sus familias y a ellos mismos”, dijo en su momento Leo Varadkar, en una rueda de prensa.

En principio, la policía no había hecho comentarios sobre la nacionalidad del hombre detenido en relación con los apuñalamientos, pero inmediatamente se especuló en Internet, y se asentó en la sociedad una relación directa entre el acto homicida y la nacionalidad del responsable.

La policía responsabilizó a los «agitadores de extrema derecha» de iniciar la violencia, después de que un pequeño grupo de manifestantes anti inmigrantes llegara al lugar del apuñalamiento, junto a la calle principal de O’Connell Street, y se enfrentara a la policía.

Varadkar dijo que su gobierno tomaría medidas inmediatas para endurecer la legislación contra el odio, que, en su opinión, no estaba adaptada a la era de las redes sociales. Ahí fue donde muchos ciudadanos, incluso votantes o simpatizantes de su gestión, cuestionaron la prioridad y la dirección de su respuesta. «¿El problema entonces son los demás?», se leía a diario en las redes sociales, señalando que la reacción del gobierno debería ser urgente y directa hacia el responsable de los apuñalamientos y no en el odio que el hecho provocase.

“Como país, tenemos que recuperar Irlanda. Tenemos que arrebatársela a los acobardados que se esconden tras máscaras e intentan aterrorizarnos con su violencia”, insistió Varadkar. “Necesitamos reclamar Irlanda a los que no tienen escrúpulos y se aprovechan de los miedos de aquellos que se dejan llevar fácilmente hacia la oscuridad. Y necesitamos recuperar Irlanda de los criminales que buscan cualquier excusa para desatar el horror en nuestras calles”, agregó en una de sus últimas declaraciones.

El atentado fue condenado por todos los partidos políticos, incluido el Sinn Fein, principal partido de la oposición. Aunque ninguna de las palabras de los mandatarios parecen haber atendido las demandas y los ánimos sociales.

A pesar de aumentar la presencia policial en las calles, el descontento popular fue en crecida y aún persiste cierto temor, aunque la crisis demográfica en la ciudad persista y no quepa ni un alfiler en la escasa oferta de alquileres.

Irlanda, sin dudas, ha vivido un proceso de radicalización. Esto trae aparejado cierto despertar ultra nacionalistas, que rápidamente encuentra eco en aquellas sangrientas épocas con su vecina Irlanda del Norte y el IRA.

También es cierto que, en los disturbios de aquel 23 de Noviembre, también había jóvenes y personas de mayor edad que se unieron a los primeros manifestantes. Todos ellos coincidieron en el grito que se vayan.

Uno de los manifestantes portaba un cartel en el que se leía Irish Lives Matter (las vidas de los irlandeses importan), imitando el Black Lives Matter que se originó en Estados Unidos, y vino a prestar cierta contracara al racismo como objeto.

Irish Lives Matter continúa siendo Trending Topic en las redes sociales de los irlandeses. Aquella multitud creció, en las calles alcanzó entre 200 y 300 personas, y en las redes sociales mucho más.

El responsable de la atrocidad, finalmente, fue diagnosticado con varias patologías psicóticas; algo que podría caracterizar a cualquier homicida, sea cual sea su nacionalidad, género o edad. Pero no podemos dejar de entender los escenarios de conflicto sin su contexto. Si bien aún no hay partidos de extrema derecha elegidos en el parlamento irlandés, en el último año han aumentado notoriamente las protestas contra la inmigración, y las agujas políticas comienzan a inclinarse hacia el retorno de los grupos de extrema derecha al poder; lo que también segrega y genera nuevas alarmas entre los ciudadanos.

El gobierno ahora debe revisar la seguridad en torno al parlamento, sobre todo después de que el 23N dejara atrapados a los legisladores en su interior.

Los conflictos dentro de Irlanda son un ejemplo más de los escenarios de conflicto que se dan en casi toda Europa. Por ende, se traducen en amenazas a la seguridad de la Unión Europea, a sus valores y pilares fundacionales; democracias liberales y pacíficas.

Este fenómeno social del que venimos hablando muchos especialistas hace varios años, es una consecuencia directa de las migraciones masivas que, a su vez, son causadas por las guerras, las tiranías, la desigualdad económica, los Estados fallidos.

Hoy, resuena la idea de que atender el flujo migratorio con mayor cautela, aplicando más requisitos y menores plazos, por ejemplo, sería una decisión tardía. ¿Será tarde también, para intervenir en las razones que lo provocan? ¿Qué puede hacer Europa, como unidad supranacional y bloque de política exterior, más que recibir a los refugiados e intentar brindarles la oportunidad de un futuro?

Irlanda, por su parte, debe ocuparse ahora de su presente. Éstas son las agendas políticas que vemos en las relaciones internacionales hoy en día: un nuevo lineamiento mundial multipolar, con el ineludible choque de intereses, protagonizado por Estado-Naciones a quienes les urge estar más concentrados en sí mismos que en su vínculo con los demás.

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