Lic. Mag. Agostina Salman – Proyectar Nación
A raíz de una entrevista realizada por alumnos de la Universidad Nacional de Rosario, Argentina, surgieron estos 5 puntos claves para entender la situación actual y prospectiva de Chipre.
La adhesión de la República de Chipre a la Unión Europea fue un proceso largo y complejo, con varios factores históricos y político-económicos a considerar.
En primer lugar, desde 1974, Chipre está dividida entre la parte sur, controlada por la República de Chipre, con reconocimiento internacional, y la parte norte, controlada por la autoproclamada República Turca del Norte de Chipre, reconocida solo por Turquía. Esta división y el conflicto entre las dos comunidades fueron un obstáculo significativo para la adhesión de la isla a la Unión Europea.
En segundo lugar, resulta pertinente recordar que la Unión Europea esperaba ver progresos hacia la reunificación de la isla antes de aceptar a Chipre como miembro. Sin embargo, los intentos de reunificar la isla, como el Plan Annan de Naciones Unida, diseñado por el ex Secretario General, Kofi Annan en el año 2004; no tuvieron éxito debido a la falta de acuerdo entre las partes involucradas.
En tercer lugar, Chipre como cualquier otro país que busque ingresar a la Unión, tuvo que cumplir con los criterios económicos y políticos establecidos, conocidos como los Criterios de Copenhague. Esto incluyó reformas en su economía, en su gobernanza y en su sistema judicial, para alinearse con los estándares europeos. Por otro lado está el proceso de adhesión a la Unión Europea en su sentido más burocrático, es decir los tiempos que demanda el aspecto administrativo; las extensas negociaciones y la implementación de las reformas.
A pesar de los desafíos, la República de Chipre logra adherirse a la Unión Europea el 1 de mayo de 2004, como parte de la quinta ampliación de la Unión, que también incluyó a otros nueve países de Europa Central y del Este. Sin embargo, la adhesión solo se aplica a la parte sur de la isla, ya que la parte norte sigue estando fuera del control del gobierno reconocido internacionalmente, y por ende fuera del marco de la Unión Europea.

Antes de analizar el rol de una unidad trasnacional como lo es la Unión Europea en todo este panorama, me gustaría hacer un paréntesis que considero relevante, en relación a los conceptos de grecochipriotas y turcochipriotas, que a menudo aparecen en los titulares.
A mediados de 1974, el golpe de Estado contra el entonces mandatario de Chipre, el arzobispo Makarios III, fue orquestado por una junta militar en Atenas, que deseaba lo que los griegos llamaban Enosis (o unión) de la isla con Grecia. Makarios había sido presidente de la isla desde 1959, cuando la isla dejó de ser una colonia británica, y se había convertido en el primer presidente electo de la República de Chipre después de que acordó desistir de cualquier plan de unificación de la isla con Grecia.
Turquía, preocupada por la anexión de Grecia de la isla, ordena la invasión, y así es como más de 30 barcos turcos, 30 mil soldados y al menos 30 tanques ocuparon la isla desde la costa norte. Cuando Reino Unido concedió la independencia a Chipre en 1960, se estableció una Constitución de poder compartido entre las dos comunidades de la isla: los greco y los turco chipriotas. Así se estableció la República de Chipre con 2 comunidades como fundadoras y con varios acuerdos para mantener ciertos derechos de intervención conjunta entre Turquía y Grecia. Pero el mismo movimiento de grecochipriotas que había combatido contra el régimen británico, siguió activo buscando la unificación de la isla con Grecia.
Turquía tomó control de más del 35 porciento de territorio en el norte del país y dividió la isla a lo largo de lo que hoy se conoce como la Línea Verde; una zona desmilitarizada de más de 160 km que divide a la isla en dos partes. Los turcochipriotas establecieron un gobierno independiente que llamaron Estado Federado Turco de Chipre y en 1983 proclamaron la República Turca del Norte de Chipre. El sur permaneció bajo el control de la República de Chipre. Se estima que hubo miles de desplazados, y hoy visualizamos en el mapa una tercia parte del país como la región turca, y los otros dos tercios como la región griega.
La invasión de Turquía y la subsiguiente ocupación y declaración de independencia de los turcochipriotas fueron condenadas por varias resoluciones de Naciones Unidas, que han sido ratificadas cada año. Desde la invasión, se han llevado a cabo varios intentos de negociación para reconciliar a ambas partes, y recién en 2003 se logró que las autoridades turcochipriotas del norte suavicen algunas restricciones de la Línea Verde, para que ambas comunidades puedan atravesarla por primera vez en 30 años. Un año después se estableció un plan de Naciones Unidas que incluía un referendo para reunificar a la isla; pero un gran porcentaje de los grecochipriotas lo rechazó argumentando que éste sólo favorecía al lado turco.

Ahora bien, respecto al rol de la Unión Europea, debemos considerar todo lo que atiende al reconocimiento y legalidad. Esto es; la Unión Europea solo reconoce a la República de Chipre como Estado legítimo de la isla. Sí reconoce a la comunidad, pero no al Estado. Los beneficios y las obligaciones que conllevan ser miembro de la Unión se aplican únicamente a la parte sur de la isla, que está bajo el control de la República de Chipre. Esto incluye la aplicación de la legislación, el acceso a determinados fondos de financiamiento, y la participación en el mercado único.
La Unión Europea apoya firmemente una solución negociada para reunificar la isla. Sus valores fundacionales y objetivos en sí mismos, sabemos que son la paz y la democracia. La Unión ha respaldado los esfuerzos de Naciones Unidas para facilitar el diálogo entre las comunidades en un contexto constante de etno-conflictología, y financia y promueve diversas iniciativas destinadas a construir confianza. Estos proyectos abarcan áreas como la economía, la cultura y la educación.
La Unión Europea también proporciona asistencia financiera a la comunidad turcochipriota a través del «Instrumento de Ayuda para el Desarrollo de la Comunidad Turcochipriota», destinado a mejorar la infraestructura, fomentar la reconciliación y apoyar el desarrollo económico. Aunque existe aquella frontera física entre las dos partes de la isla, conocida como la Línea Verde, desde la Unión Europea se implementó el «Reglamento de la Línea Verde», que permite cierta circulación de bienes y personas a través de la frontera bajo condiciones específicas, lo que ayuda a mantener cierta conexión entre las dos comunidades.
En cuanto al rol de Turquía, la adhesión de Turquía a la Unión Europea está directamente influenciada por la situación con Chipre. La Unión Europea ha instado repetidamente a Turquía a reconocer a la República de Chipre y a apoyar los esfuerzos de reunificación. En cuanto al impacto dentro de la Unión Europea, existen cuestiones legales y políticas. La división de Chipre presenta desafíos legales y políticos, especialmente en áreas como la aplicación de la ley y las políticas de migración. La Línea Verde se considera una frontera externa de la Unión Europea, lo que complica la gestión de la seguridad y la cooperación transfronteriza.
Chipre implica una agenda conflictiva con Turquía, país candidato a ingresar a la Unión, no solo por la división de la isla sino también por los problemas con la delimitación de las fronteras marítimas y la explotación de recursos en ellas; por ejemplo, la realización de actividades de exploración turca en lo que Grecia considera su zona económica exclusiva. Existen constantes tensiones entre Ankara y Nicosia sobre las exploraciones de gas en el este de Chipre; donde Ankara, que sería la capital turcochipriota, reclama la suspensión de cualquier exploración por los grecochipriotas mientras no se halle una solución a la división de Chipre. Y esto, como en todo tablero de las relaciones internacionales, incluye intereses y actores propios y ajenos: Chipre significa una alternativa para la dependencia del gas ruso, en contexto con la guerra en Ucrania, por ejemplo.

Geopolítica: recursos naturales, migraciones ilegales y terrorismo.
Chipre está situada en una encrucijada geográfica entre Europa, Asia y África. Esto la convierte en un punto de conexión crucial para rutas comerciales, energéticas y de transporte entre estos continentes. Es también geopolíticamente considerable, por ser una base para operaciones diplomáticas y militares: debido a su proximidad a regiones conflictivas de Medio Oriente. Reino Unido mantiene dos bases militares, Akrotiri al oeste y Dhekelia al este; un territorio bajo su soberanía con una superficie total de unos 158 kilómetros cuadrados, lo que supone casi un 2,5 porciento del territorio de Chipre.
La ubicación geográfica de Chipre desempeña también un papel importante en la lucha contra el terrorismo y en operaciones de seguridad en la región, porque lógicamente permite una rápida respuesta, por cercanía. Otro asunto es la migración y el control fronterizo. La isla es un punto de entrada para migrantes y refugiados que huyen de las guerras y los conflictos de Medio Oriente, y eso es un factor determinante en la seguridad y la estabilidad actual en la Unión Europea.
En los últimos años, se han descubierto significativas reservas de gas natural en la Zona Económica Exclusiva de Chipre. Estos recursos energéticos tienen el potencial de diversificar las fuentes de energía de la Unión Europea y reducir su dependencia de proveedores externos, por lo que Chipre puede crear rutas energéticas alternativas, incluyendo gasoductos, o corredores eléctricos que conecten Europa con los recursos energéticos de Medio Oriente y del Mediterráneo oriental.
Chipre, como estado miembro de la Unión Europea, tiene voz en la formulación de la política exterior y de seguridad común. Su perspectiva sobre los asuntos del Medio Oriente puede influir en las decisiones y estrategias en la región, así como en las relaciones con Turquía. Las tensiones en torno a la división de la isla y las disputas sobre los recursos energéticos en el Mediterráneo oriental son temas de agenda europea.
La Unión Europea maneja las amenazas a la seguridad con una combinación de medidas diplomáticas, de seguridad y de cooperación. En principio, ha declarado al Hezbollah como una organización terrorista en 2013. Esta designación, aunque muchas veces suene protocolar o discursiva, permite a los estados miembros de la Union congelar activos, prohibir financiamiento y realizar determinadas acciones contra el grupo. La Unión Europea facilita el intercambio de inteligencia entre sus estados miembros para monitorear y contrarrestar las actividades de grupos terroristas como Hezbollah, y Chipre recibe apoyo en términos de seguridad e inteligencia de otros estados miembros de la unión, y de agencias europeas como Europol, para fortalecer su capacidad de respuesta ante tales amenazas.
La Union ejerce presión diplomática sobre actores regionales que apoyen a Hezbollah, buscando reducir el apoyo financiero y logístico al grupo, y a través de la política exterior y de seguridad común, adopta resoluciones y sanciones contra individuos o entidades vinculadas a las actividades terroristas.

En caso de un conflicto armado, hipótesis que ningun analista internacional descarta a priori, existen mecanismos de defensa colectiva. Aunque la Unión Europea no tiene una fuerza militar propia, única, los estados miembros pueden actuar colectivamente bajo el marco de la Política Común de Seguridad y Defensa. La cláusula de asistencia mutua del Tratado de Lisboa establece que si un estado miembro es víctima de una agresión armada en su territorio, los otros estados miembros tienen la obligación de ayudar con todos los medios a su disposición. Muchos estados miembros de la Unión Europea también son miembros de la OTAN, por lo que podría haber coordinación entre ellas en miras de ofrecer asistencia militar y de seguridad a Chipre.

La Unión Europea tiene la capacidad de desplegar misiones civiles y militares que pueden incluir operaciones de mantenimiento de la paz, gestión de crisis y estabilización post-conflicto. Además de la asistencia militar, también proporciona ayuda humanitaria y participa en esfuerzos de reconstrucción y estabilización en caso de un conflicto armado. La Unión Europea también puede coordinar con otros actores internacionales, como Naciones Unidas, para responder de manera efectiva a un conflicto armado y sus consecuencias.
Respecto a la crisis migratoria, entendemos, en principio, que la gestión de la gran cantidad de migrantes sirios que solicitan asilo en Chipre representa un desafío tanto para la isla como para la Unión Europea. La Unión Europea cuenta con un conjunto de normativas que forman el Sistema Europeo Común de Asilo. Estas normas establecen procedimientos comunes para la solicitud de asilo, condiciones de recepción y criterios para la protección internacional. Por otro lado, el reglamento de Dublín determina qué estado miembro es responsable de examinar una solicitud de asilo. En muchos casos, el país de entrada es el encargado, lo que pone una presión adicional sobre los países fronterizos como Chipre.
A través del Fondo de Asilo, Migración e Integración, Chipre recibe apoyo financiero de la Unión Europea, que proporciona recursos para mejorar la infraestructura de recepción de migrantes y refugiados, el procesamiento de solicitudes de asilo y la posterior integración de los migrantes. El Fondo de Seguridad Interna también puede proporcionar asistencia para fortalecer las capacidades de control fronterizo y mejorar la gestión de la migración.

La Oficina Europea de Apoyo al Asilo asiste a Chipre en la gestión del flujo de solicitantes de asilo mediante el envío de expertos, el fortalecimiento de las capacidades administrativas y la mejora de los procedimientos de asilo. La Agencia Europea de la Guardia de Fronteras y Costas colabora con Chipre en la vigilancia y control de sus fronteras exteriores, ayudando a gestionar el flujo migratorio y a prevenir entradas irregulares.
Pese a todo esto, la inmigración ilegal sucede, y muchas veces todos estos recursos terminan trabajando sobre resultados y no como prevenciones. Las condiciones en las que llegan, ya sea por mar, aire o tierra, son muy particulares, y el proceso de identificación de los migrantes, sus antecedentes o mismo sus intenciones que como vemos no siempre son buenas, conllevan tiempo y requieren cada vez más cooperación, regulación y atención.
En cuanto al reasentamiento y reubicación, existen varios programas implementados por la Unión Europea, en miras de trasladar a refugiados sirios directamente desde los países de origen o tránsito a estados miembro, evitando así que arriesguen sus vidas en estos viajes peligrosos. Se han propuesto mecanismos temporales de reubicación para distribuir a los solicitantes de asilo entre los estados miembros, aliviando la presión sobre países como Chipre. Sin embargo, la implementación de estos mecanismos encuentra resistencia y no siempre es efectiva.
Chipre, como país pequeño, enfrenta limitaciones en su capacidad para alojar a un gran número de solicitantes de asilo. Los centros de recepción suelen estar sobrecargados y los recursos terminan siendo insuficientes. La gran cantidad de solicitudes también causa retrasos significativos en el procesamiento de los solicitantes y la eficacia del sistema en general. La llegada masiva de migrantes sabemos que genera tensiones sociales y económicas en las comunidades locales, requiriendo políticas efectivas de integración. Facilitar la integración de los migrantes en la sociedad chipriota, incluyendo el acceso al empleo, la educación y la salud, es un desafío continuo; mientras que también se busca cuidar a la sociedad de la competencia laboral, que muchas veces genera un mercado negro de trabajo, paralelo, y también el aumento de actos delictivos y violentos.
La Unión Europea coopera con Turquía en relación a los migrantes sirios en particular, a través del Acuerdo de 2016. Este acuerdo busca gestionar el flujo migratorio y reducir las llegadas irregulares a la Unión Europea. La Unión por su parte trabaja con organizaciones internacionales, como ACNUR, para proporcionar ayuda humanitaria en la región y abordar también las causas de la migración.