Lic. Marina M. Marti – Proyectar Nación

A PROPÓSITO DE LA EVALUACIÓN…
“los estudiantes pueden escapar de una mala enseñanza,
pero no pueden evitar una mala evaluación”
David Boud
Recientemente, leyendo un artículo periodístico que hacía referencia a un tweet de un profesor universitario, de la carrera de Derecho, en el cual se informaba que la totalidad de sus 27 alumnos cursantes habían desaprobado, me hizo reflexionar acerca de mi propia práctica docente en el nivel superior y, en particular, sobre la evaluación. Evaluar y calificar (y publicar los resultados en una red social) no son actos de importancia menor, sino aspectos muy poderosos de la educación y que ejercen una influencia capital en todo el proceso de ayudar y animar a los estudiantes a aprender.
Numerosos autores estudiosos del tema diferencian la evaluación sumativa de la formativa. A continuación, presento una brevísima descripción de cada una de ellas.
La sumativa de acuerdo a la definición de Ravela tiene como principal propósito la evaluación de alumnos cuyos resultados tendrán consecuencias “fuertes” tales como decidir si aprueban o no un curso (2006, Ravela. Para comprender las evaluaciones educativas. Fichas Didácticas. Ficha 1, pág. 35).
La evaluación formativa es cuando monitoreamos cómo progresa el aprendizaje de nuestros alumnos. Este tipo de evaluación es una estrategia para ver si “las cosas van por el buen camino”. Este término fue acuñado en 1967 por Michael Scriven en 1967, autor al que se considera el antecedente más importante en el campo contemporáneo de la evaluación. La evaluación formativa se posiciona, de manera general, como la operación que permite recoger información en tanto los procesos se encuentran en curso de desarrollo (2004, Camilloni. Sobre la evaluación formativa de los aprendizajes. Pág 7).
Por otro lado, el enfoque sociológico de la evaluación, de Philippe Perrenoud, nos invita a considerar la evaluación como una ayuda al aprendizaje del alumno. La evaluación formativa participa de la renovación general de la pedagogía, de la concentración en el que aprende, de la mutación de la profesión docente. Otrora dispensador de cursos y lecciones, el profesor deviene creador de situaciones de aprendizaje portadora de sentido y de regulación (2008, Perrenoud. La evaluación de los alumnos. Introducción: La evaluación entre dos lógicas Pág. 20). Es esta última perspectiva sociológica, la que me interesa resaltar.
Desafortunadamente, muchas prácticas docentes de evaluar y calificar se relacionan con aspectos que poco tienen que ver con el aprendizaje, ya que, muchos profesores tradicionales, consideran que la evaluación y calificación es una forma de certificar, de elegir a los mejores y más brillantes y no de ayudar a todos los estudiantes a aprender mejor. Desde esta perspectiva la evaluación y la calificación se centran en el rendimiento.
En el enfoque basado en el aprendizaje, el autor Ken Bain en su libro “Lo que hacen los mejores profesores universitarios “resalta el uso del examen en primer lugar, para recoger información acerca de los estudiantes con el fin de ayudarlos a mejorar, en segundo lugar ayudar a los estudiantes a comprender y utilizar los criterios por los que serán juzgados. Con esta concepción de calificar, el objetivo primario es ayudar a los estudiantes a razonar sobre su propio pensamiento, de modo que puedan utilizar los estándares de la disciplina o profesión para reconocer las deficiencias y corregir sus razonamientos sobre la marcha. Esto nada tiene que ver con clasificar a los estudiantes. El objetivo es conseguir congruencia entre los objetivos de aprendizaje del curso y los que se pone a prueba en el examen. (2004, Bain,K. “Lo que hacen los mejores profesores universitarios “páginas 177-178).
En otros países, como el Reino Unido, se encuentran políticas que tienen que ver con el estímulo para mejorar las prácticas evaluativas en el Nivel Superior. Sally Glasner y Angela Brown describen cómo en ese país se evalúa la contribución que la evaluación hace al aprendizaje. Se destaca sobre todo: la calidad del feedback a los estudiantes, la adecuación de los métodos de evaluación con los objetivos de aprendizaje pretendidos, lo apropiado del perfil del estudiante, nivel y modo de estudio y la comprensión de los métodos y modos de evaluación. Los profesores en las Universidades del Reino Unido están muy acostumbrados a satisfacer estos requerimientos (2003, Brown, S. y Glasner, Á. Evaluar en la universidad. Problemas y nuevos enfoques. Cap. 1.).
En conclusión, si las elecciones que hacemos sobre la evaluación y las calificaciones se relacionan sólo con la recogida de información y la repetición memorística de lo que se ha enseñado, para clasificar a los estudiantes en aprobado o desaprobado (y su posterior publicación en las redes sociales), en nada habremos colaborado con el aprendizaje.
En cambio, la posibilidad de que la evaluación innovadora fuerce a los estudiantes a adoptar una aproximación profunda a su aprendizaje y un mayor intento en sus estudios es ampliamente aceptado por numerosos autores.
Los profesores que son muy efectivos influencian positivamente los procesos de enseñanza y aprendizaje eligiendo correctamente el diseño de la estrategia de evaluación adecuada a cada propósito. Siguen pocos métodos tradicionales a ciegas y saben reconocer cuando la innovación es tanto necesaria como posible.
Como docentes, debemos hacer algo más que convertirnos en especialistas de la rutina, utilizando y repitiendo algún modelo heredado. Comprender sobre los buenos entornos de aprendizaje y los instrumentos de evaluación innovadores, contribuyen a dejar de lado prácticas convencionales inhibidoras en la búsqueda de soluciones mejores. Como sostiene David Boud “los estudiantes pueden escapar de una mala enseñanza, pero no pueden evitar una mala evaluación”