PROYECTAR NACIÓN – NOVIEMBRE DE 2014 – Lic. Pablo A. Gambandé
Más allá de las diferencias en el entorno histórico, político y social de la situación mundial de la década del ´60 y, en particular, de las realidades de ese tiempo sucedidas en: América Latina, Estados Unidos de América y la República Popular China, intentaremos hacer un análisis comparativo de la Carta de Punta del Este (Alianza para el Progreso, 1961) y el Documento sobre la Política de China hacia América Latina y el Caribe (Libro Blanco Chino, 2008).
Comparación que nos recuerda una iniciativa estadounidense histórica (47 años) dirigida hacia América Latina y una iniciativa china actual. Luego de la lectura de los documentos denominados podemos enlistar algunos asertos. Unos más evidentes que otros:
Como dijimos, la Alianza para el Progreso fue una iniciativa estadounidense y la misma no llegó a sus objetivos por incumplimientos tanto en los distintos programas nacionales de desarrollo como en la ayuda estadounidense a los mencionados programas;
El Libro Blanco Chino es más reciente y por ello despierta más esperanzas de que funcione como un auxilio y una ampliación de las economías y los mercados latinoamericanos;
El contexto internacional en el cual se firmó la Alianza para el Progreso fue la Guerra Fría, la que se puede traducir (eliminando las amenazas económicas, militares y nucleares) como un enfrentamiento entre dos sistemas políticos y económicos bien definidos: la democracia y el libre mercado enfrentado al modelo comunista (o socialista) y su planificación centralizada;
Sin negar el incumplimiento en los objetivos de la Alianza, ésta logró un objetivo de la política exterior estadounidense que era evitar la expansión del comunismo en América Latina. Lo que implicó costos elevados tanto para nuestra América como para los Estados Unidos. El presidente John Fitzgerald Kennedy fue asesinado y a su vez, se sientan las bases para los golpes militares de las décadas del 60 y 70 (Ej: Brasil 1964, República Dominicana 1965, Uruguay y Chile 1973 y Argentina 1976), que llegarían a costar la vida de otro presidente, el chileno Salvador Guillermo Allende Gossens.
Ambas iniciativas continúan siendo ejemplo del antagonismo de dos sistemas político-económicos mundiales vigentes: Democracia Representativa y Libre Mercado vs. Socialismo y Planificación Centralizada. Sin embargo, si a ese antagonismo se lo cruzara con los perfiles comerciales publicados en el 2013 por la Organización Mundial de Comercio podemos identificar que tanto China como los Estados Unidos (y la Unión Europea) mantienen una relación simbiótica en la economía y el comercio mundial. Esto debe ser advertido por los decisores y analistas latinoamericanos dado que pondrá en una mejor perspectiva a la relación sino-latinoamericana.
Si bien la Alianza para el Progreso ha sido superada, los Estados Unidos no han abandonado Latinoamérica sino que han avanzado con tratados multilaterales y cuando no logra ese camino han optado por la bilateralidad.
China, por su lado, ha iniciado su relación con Latinoamérica más tarde y ha elegido el camino de la bilateralidad e intenta realizar intercambios, consultas y colaboraciones en los organismos multilaterales pertinentes.
Con las afirmaciones anteriores podemos conceptualizar la colaboración china actual hacia nuestra región, como una integración que requiere esfuerzos de ambas partes pero sin imposición de formas de gobiernos. En ese sentido, algunos países latinoamericanos serán más exitosos que otros, pero China siempre obtendrá beneficios. Beneficios que serán mayores cuando más países latinoamericanos se integran al mercado chino.
La Alianza para el Progreso imponía una forma de gobierno a nuestros Estados que como dijimos no es observada en el documento chino pero si hay una imposición que puede pasar desapercibida: “China está dispuesta a establecer y desarrollar relaciones interestatales con los países latinoamericanos y caribeños sobre la base del principio de una sola China”[i]
Ese principio niega todo apoyo de la política exterior de nuestros países específicamente a Taiwán o, en un futuro, a cualquier situación que pueda transformar al Estado chino. En este punto hay imposición de un modo de política exterior: China se iguala a los Estados Unidos en la defensa de sus intereses y en el imperialismo de su política exterior. Un Estado por forzar la unión de una nación independiente (Taiwán) y otro por imponer la democracia representativa y el libre mercado.
Por último, recordando los antecedentes que tiene la política exterior estadounidense en nuestra región y la ausencia de antecedentes de la política exterior china, nos hacen suponer que el libro blanco chino será mejor recibido en nuestro países.
Las naciones latinoamericanas tienen que saber tomar los beneficios de la integración que nos ofrece China hoy pero debe estar atenta y negar los puntos donde esa integración se condiciona a intereses particulares de una de las partes.
[i] DOCUMENTO SOBRE LA POLÍTICA DE CHINA HACIA AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE, 05 de noviembre de 2008 – Fuente: http://proyectarnacion.com.ar/relaciones-america-latina-republica-popular-china/#more-86
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