CRISIS DE OPIOIDES EN ESTADOS UNIDOS

Los zombis del sueño americano

Lic. Agostina Salman

Callejón de Filadelfia, imagen publicada por la BBC – 2022

Hay muchas epidemias de las que no hablamos. Hoy, leyendo sobre las recientes muertes por el consumo de cocaína adulterada en Argentina, me encontré con un video que parecía sacado de la reconocida serie sobre zombis. Indagué. Eran las calles de Philadelphia, en Estados Unidos, país líder en el mundo en consumo de opioides. ¿Qué son los opioides? Drogas tan adictivas como la heroína, pero de venta legal, recetadas por médicos y elaboradas por farmacéuticas. ¿Es el paciente un cliente, incluso cuando pierden la vida?

Philadelphia es la ciudad más poblada del Estado de Pensilvania. Ahí se elaboró la declaración de la Independencia y la Constitución estadounidense, y tuvo como ciudadano ilustre a Benjamín Franklin. Su etimología proviene del latín, philos «amor» y adelphos «hermano»; una suerte de amor fraternal, refugio de tolerancia religiosa y étnica. Durante la presidencia de Trump, la ciudad fue protagonista de jornadas enteras de protestas que muchas veces terminaban en represiones. Las manifestaciones no solo apuntaban al asesinato de jóvenes afroamericanos en mano de policías, sino también a una supuesta militarización de las calles, donde aclamaban explícitamente que los adictos no eran tratados como personas. Este movimiento le dio una clara ventaja a Biden, quien hoy preside el país: si bien Pensilvania es uno de los históricos swing states que pendula entre republicanos y demócratas, los grandes centros urbanos se inclinaron hacia el demócrata (Pittsburgh, Filadelfia, Harrisburg), mientras que las zonas rurales optan en su mayoría por republicanos.

Lo cierto es que la muerte por consumo de opioides es uno de los principales conflictos de salud publica del país, y por cada millón de habitantes, se toman casi 50.000 dosis de opioides todos los días. La epidemia de drogas en Estados Unidos es la más mortífera que jamás haya existido, según sugieren las autoridades de salud federales. Más de 100.000 personas murieron por sobredosis durante el período de 12 meses que terminó en abril de 2021, según los datos publicados por el Centro Nacional de Estadísticas de Salud (NCHS por sus siglas en inglés). La cifra es un nuevo récord que señala un aumento del 28,5% con respecto al año anterior.

«No puedo culpar a mi padre de esto», hombre entrevistado por la BBC, señalando su herida – 2019

El Dr. Andrew Kolodny, médico e investigador idóneo en distintas universidades, le dijo a la CNN que si realmente se quiere cambiar la realidad, el tratamiento para la adicción a los opioides tiene que ser más fácil de acceder que el fentanilo, la heroína o los opioides recetados. La codeína o la morfina son conocidos por su uso en pacientes con cáncer, para aliviar el dolor, al igual que quienes se recuperan de determinada cirugía. La heroína, es un opioide ilegal. Ahora bien, el 75% de consumidores admitió haber accedido por primera vez a este tipo de drogas por receta medica, como cualquier analgésico adquirido en una farmacia con la prescripción de un médico. ¿Cómo ocurre? ¿Cómo no se logra regularizar las prescripciones medicas?

Quizás sean preguntas idealistas, o con respuestas obvias, ya que la elaboración, distribución y consumo de drogas es uno de los negocios más grandes e irresponsables de nuestra historia. Quizás aun estemos a tiempo de educar y exigir políticas públicas en dirección al no-consumo de drogas sintéticas, elaboradas para el beneficio económico de unos pocos, y la muerte de los consumidores. Nos encontramos entonces con varias líneas de debate donde, como punto de partida, no existe un consumo responsable, sino decisiones de adultos y negocios interminables ligados a otros delitos, que decantan en una crisis de salud pública y de agenda política urgente.

En la serie-documental de Netflix, The Pharmacist, un farmacéutico pierde a su hijo en un tiroteo relacionado con las drogas, en un barrio de Nueva Orleans. Ante la falta de respuestas por parte de la policía, cómplice y/o autor de la distribución de drogas muchas veces, el hombre comienza la búsqueda del asesino de su hijo. Ahí descubre que hay cada vez más jóvenes que llegan a su farmacia con recetas de OxyContin. Con la intención de alejar de las drogas a los jóvenes de su comunidad, el hombre inicia una investigación que expone la obvia corrupción detrás de la crisis de los opioides. Esta investigación lo lleva a enfrentarse con la industria farmacéutica responsable de distribuir este opioide al que los adolescentes acceden con mucha facilidad: Purdue Pharma. El fabricante del analgésico altamente adictivo, al que se atribuye la muerte de 500.000 personas por sobredosis entre 1999 y 2019, fue sancionada con el pago de 4.500 millones de dólares. Esa indemnización que abonaron los dueños se destinaría a paliar la epidemia de los narcóticos, pero protege en el futuro a los dueños de otros litigios y reclamaciones. La familia Sackler, propietaria de la farmacéutica, seguirá siendo una de las más ricas de Estados Unidos.

Imagen publicitaria «The Pharmacist», Netflix

En cuanto al exceso de prescripciones médicas, cabe señalar que los estadounidenses deben obtener su propio seguro como cobertura médica, generalmente a través de un empleador o del gobierno. «La mayoría de los seguros, especialmente los que tienen las personas pobres, no pagan por otra cosa que no sea por píldora», explica la profesora Judith Feinberg de la Facultad de Medicina de la Universidad de Virginia. «Digamos que tienes un paciente de 45 años. Tiene dolor en la parte inferior de la espalda, lo examinas y tiene un espasmo muscular. Lo mejor es la fisioterapia, pero nadie pagará por eso. Así que los médicos sacan su recetario para ordenar pastillas. Incluso si el seguro cubre fisioterapia, probablemente requieran autorización previa, lo que implica mucho tiempo y papeleo». El marketing masivo de las drogas tiene un efecto, también. «Como médico, la gente viene y dice: ‘vi esto en televisión, ¿puede darme la receta para conseguirlo?”. Son miles los programas televisivos que hacen apogeo del consumo de drogas, aunque sean series ficticias cuyas escenas “no están sujetas a episodios de la vida real”.  Con un público adolescente, es aún más fácil sembrar ideas.

En 2015, la Asociación Médica Estadounidense solicitó la prohibición de anuncios de medicamentos recetados. No sucedió. Tres meses más tarde, el alcance de la cultura opioide de Estados Unidos se vio en el entretiempo del Superbowl, la franja publicitaria más cara del país. Un anuncio de 60 segundos se dedicó al estreñimiento inducido por opioides. La publicidad, patrocinada por AstraZeneca, aconseja a los pacientes que visiten a su médico y «pregunten sobre las opciones de tratamiento con receta». También es común que las compañías farmacéuticas cortejen a los médicos, en miras de promocionar sus productos. «Son amigables, atractivos, están bien vestidos, reparten obsequios para todo el mundo. Organizan cenas, patrocinan conferencias y auspician viajes”, dice el profesor Keith Humphreys de la Universidad de Stanford. «Eso afecta la prescripción». Durante los últimos años, el gobierno norteamericano publicó los montos pagados por las compañías de medicamentos y dispositivos a doctores y hospitales docentes. Ya en 2016 el total superó los USD 8.000 millones, y más de 630.000 médicos tenían registros de pago. Por ejemplo, Purdue Pharma, realizó casi 80.000 transacciones ese mismo año, por un valor superior a USD 7 millones, dejando en las calles millones de muestras del famoso analgésico mortífero.

Es imposible predecir quién es vulnerable a la dependencia y abuso de sustancias. Estas drogas, legales o ilegales, robadas o compartidas, son responsables de miles de muertes. Los opioides ocasionan la liberación de endorfinas, los neurotransmisores del cerebro que provocan sensación de bienestar. Las endorfinas amortiguan la percepción del dolor y aumentan los sentimientos de placer, lo que crea una sensación falsa y efímera de bienestar. Algunas sustancias están mezcladas con contaminantes u opioides mucho más potentes, por ello también prima el desconocimiento de lo que se va a consumir.

En 2017, la BBC publico un artículo sobre Badlands, un campamento de adictos al aire libre en Filadelfia, donde “la heroína más pura cuesta solo 5 USD”. Bad lands. Extrañamente o no, no fue tapa de diarios y prime times. El suelo del campamento era un mar de jeringas, agujas usadas y cucharas quemadas. Los consumidores se reunían alrededor de una mesa de madera para preparar las jeringas, atarse los torniquetes y golpearse los brazos en busca de venas aun útiles.

«Tiempo de seguir adelante», grafiti en Iglesia usada como refugio de adictos, Philadelphia – 2021

Para aquellos demasiado nerviosos o demasiado drogados para encontrarse una vena, a pocos metros de distancia encontraban una choza de madera donde vivía un hombre apodado «el médico», que pinchaba por un dólar. Por más de 20 años, las personas sin hogar y los adictos han encontrado refugio en esa zona. Hoy en día unas 70 personas viven a lo largo de las vías y hasta 200 pasan por ahí para inyectarse. Los consumidores dicen que es un lugar seguro, lejos de la policía y del resto de la sociedad, donde las personas se cuidan entre sí y los trabajadores sociales visitan regularmente. “Alla siempre hay Narcan -un espray nasal para evitar las sobredosis- a la mano”, relata el columnista de la BBC.

Tras meses de negociaciones entre las autoridades y la compañía ferroviaria Conrail, funcionarios custodiados por la policía recorrieron el campamento, desechando unas 500.000 jeringas usadas, derribando estructuras y rellenándolo con escombros y hormigón para evitar la formación de nuevos refugios. «Si nos sacan de aquí, van a tener a un montón de drogadictos en las calles buscando otro lugar donde inyectarse», decía Luis, entrevistado en este mismo articulo. A lo largo de las vías ferroviarias, persona tras persona aseguraba que simplemente encontraría otro rincón en Kensington, un barrio marcado por la pobreza y el consumo de heroína. Kensington supo ser una activa zona industrial a la cual llegaban desde las afueras de Filadelfia en busca de trabajo. A medida que los oficios manufactureros fueron desapareciendo, las tasas de empleo y los precios de las viviendas se desplomaron, los hogares fueron abandonados y tapeados, y la venta ilegal de drogas apareció y hizo estragos. Ahora la gente llega a Kensington de distintas zonas en busca de heroína, el mayor mercado de drogas al aire libre de toda la costa este.

Los trabajadores sociales insisten en dónde irían los consumidores expulsados, como principal problema a resolver.

«La heroína es lo que está matando a la gente, pero no dar a la gente la oportunidad de pedir ayuda o de buscar tratamiento es lo que los mantiene en lugares como las vías”, resumen. Incluso han propuesto la creación de centros de inyección seguros, lugares donde los consumidores pueden analizar sus drogas e inyectarse en presencia de personal médico. En Canadá ya existe, para algunos estadounidenses es la última esperanza de Filadelfia, para otros, algo impensable.

Siendo esto otra simple columna sobre investigación y opinión sobre temas de interés internacionales, quedará en nosotros la reflexión y la construcción de la realidad a través de las propias decisiones y posturas.

Bibliografía y referencias utilizadas:
– Serie documental The Pharmacist, Netflix
Badlands https://www.bbc.com/mundo/noticias-internacional-40709093
Vancouver https://www.bbc.com/mundo/noticias-internacional-46825794
Nuevo record https://cnnespanol.cnn.com/2021/11/17/muertes-sobredosis-opioides-nuevo-record-eeuu-cdc-trax/
Cifras Depto Salud USA https://nida.nih.gov/es/informacion-sobre-drogas/los-opioides/la-crisis-de-opioides