Lic. Macarena Acosta & Lic. Agostina Salman
para Proyectar Nación
CRISIS DE REFUGIADOS
La guerra civil siria es el desastre humanitario de mayor escala desde la Segunda Guerra Mundial. Naciones Unidas estima que hay alrededor de 7.6 millones de desplazados internos, y teniendo en cuenta a los que lograron huir del país, más de la mitad de la población total –hasta el momento de iniciada la guerra- requiere de asistencia humanitaria urgente. La ONU predice que, si se continúa a este paso, para finales de 2015 el número de refugiados sirios podría alcanzar los 4.27 millones: el peor éxodo desde el genocidio en Rwanda de los ’90.
¿Hacia dónde se está dirigiendo toda esta gente?.
Como primera medida, hacia sus países vecinos, mayormente al Líbano y Jordania; pero esos dos países no están preparados ni tienen la infraestructura necesaria para hacer frente a la oleada de refugiados. Actualmente, 1 de cada 13 personas en Jordania es un refugiado sirio. En el Líbano, 1 de cada 5. Oficialmente los sirios pueden solicitar un visado de turista o un permiso de trabajo para poder entrar en Irán, Irak, Kuwait, Arabia Saudita, Baréin, Qatar, Emiratos Árabes Unidos u Omán. Pero acceder a los estados árabes vecinos del Golfo es menos sencillo, el proceso es costoso y tienen restricciones no escritas que dificultan la obtención del visado.
Frente a esta situación, la multitud de sirios buscando refugio humanitario se volcó hacia Europa, y Europa no responde como debe. Durante todo este año, unos 300.000 sirios han cruzado las fronteras europeas. Según la Agencia Frontex, ingresaron a Europa unas 107.500 personas sólo en el mes de Julio. Estos números parecen de repente muy bajos cuando se descubre que el ACNUR -Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados- tiene actualmente registrados con status de refugiados a 4 millones de sirios, de los que casi 1 millón son niños. Grecia y Hungría, la principal puerta a la Unión Europea desde Europa del Este y Medio Oriente, fueron las naciones más receptivas, y es que una vez ingresados a cualquiera de estos países, los que estén registrados como refugiados tienen pasaje gratuito a cualquier otra nación del bloque.
Muchos intentan seguir camino hacia Austria o Alemania, motivados por sus altos índices en calidad de vida y mayores oportunidades de empleo; pero las llamadas “Reglas de Dublín” establecen que los refugiados deben buscar asilo en el primer país de la Unión Europea al que ingresen, por lo que cualquier otro país del bloque está en su derecho de hacer regresar a los refugiados por donde vinieron. Esto llevó a que Hungría completara a mediados de año un muro de 4 metros de alto realizado en alambre de púas, diseñado para detener el flujo de refugiados que cruzaban su frontera, provenientes principalmente de Serbia. Desde entonces, varios países europeos, entre ellos Alemania, Austria y Suecia, han decidido suspender las Reglas de Dublín, anunciando que no harán regresar a ningún refugiado que llegue a sus tierras buscando asilo.
Por su parte, Netanyahu, primer ministro israelí, formalizó la construcción de una valla de más de 30 kilómetros desde la ciudad costera de Eilat hasta la histórica Timna -frontera con el estado Jordano-, para «evitar migrantes ilegales y el terrorismo». «Continuaremos hasta los Altos del Golán, donde ya tenemos una valla fortificada, no esperaremos para rodear nuestro territorio con vallas y barreras».
El presidente ruso, Vladímir Putin, responsabilizó a Estados Unidos y a su política en Oriente Medio de la avalancha de refugiados que sufre Europa, que en sus propias palabras, «sigue a ciegas esa política (de Estados Unidos) en el marco de sus compromisos de aliados y después carga con todo el peso de la consecuencias». Lo cierto es que, mientras Moscú considera que una coalición militar que una al régimen de Damasco con su oposición en la lucha contra un enemigo común impulsará el proceso político en Siria, Washington se ha planteado extender sus ataques aéreos a las tropas de Al Asad si éstas atacan a las milicias apoyadas por Occidente. La agencia oficial china, Xinhua, que ejerce habitualmente como portavoz del Ejecutivo, pidió que Estados Unidos actúe inmediatamente para poner fin a la situación, y prácticamente lo responsabilizó del suceso: «Estados Unidos debería acarrear con la culpa de la crisis humanitaria de refugiados en Europa». Por su parte, la Casa Blanca asume holgadamente la idea de que Europa tiene la capacidad para resolver este problema «por si sola», y celebró la reunión de emergencia que acordaron los ministros de la Unión Europea para el próximo 14 de septiembre. En tanto, políticos europeos abordaron en conferencias y redes sociales el impacto de las imágenes del niño de 3 años fallecido a orillas del mar, con cierta conmoción viciada de irritante soltura.
El pasado 24 de abril, el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas (integrado por Estados Unidos, Rusia, China, Francia y Gran Bretaña), mediante la resolución número 11874, instó a un mayor apoyo internacional a los países vecinos abrumados por los refugiados víctimas de la crisis siria. Pero ni ello, ni las denuncias y acciones individuales que responden a intereses también individuales, ofrecen una solución, ni si quiera una opción.
Problema de enfoque.
Creemos que lo que se está dando en Europa en estos momentos es un problema de enfoque. La actual crisis se está tratando como una “crisis migratoria”, cuando son claramente refugiados y no migrantes los que necesitan ayuda. Y, tal como están las cosas, Europa no puede negarse a brindar auxilio, porque el hacerlo no representa un acto de bondad, o de hasta caridad, como se lo hace parecer, sino que corresponde a una obligación de defensa de los derechos humanos más básicos. El nivel de desastre humanitario actual se está comparando con el de la Segunda Guerra Mundial, en la cual fueron europeos los desplazados, buscando refugio en el exterior. Luego de la Guerra, estos países adhirieron a leyes internacionales que les exigen recibir a cualquier refugiado que busque asilo. Por ello, Naciones Unidas hoy debe urgir a Europa a crear una política de inmigración “coherente y comprensiva”.
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