LOS INDIGNADOS DE LAS REDES SOCIALES

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Autor Flickr: Yann Caradec – Tomada el 21 de noviembre de 2015

LOS INDIGNADOS DE LAS REDES SOCIALES

Proyectar Nación

Lic. Macarena Acosta


Los atentados en París forman ya parte del público conocimiento. La noticia de este acontecimiento recorrió los portales de noticias con velocidad virulenta, y las declaraciones de apoyo y simpatía no tardaron en aparecer. Así como los líderes mundiales expresaron su apoyo al pueblo francés, también se expresó la gente común, generalmente a través de las redes sociales. Facebook activó dos funcionalidades relativamente nuevas: Una permitió a la gente cercana a los atentados confirmar que se encontraban bien, para traer tranquilidad a familiares, amigos y demás contactos, y la otra permitía agregar, a la foto de perfil de quien así quisiera, un filtro con la bandera de Francia, en señal de apoyo y consideración a la comunidad francesa. Ambas funcionalidades muy bien intencionadas, que sin embargo provocaron reacciones de lo más variadas.

La primera reacción, casi automática, fue positiva. Muchísima gente confirmó que se encontraba bien, y muchísima más gente puso el filtro de la bandera de Francia para mostrar su apoyo. Pero con el paso de las horas –no pocas, algo así como uno o dos días- comenzaron a manifestarse los que se me ha dado llamar “los indignados”. Gente que comenzó a compartir tanto imágenes, notas, tweets y hasta videos, indignados con el hecho de que la gente llore las pérdidas de Francia y no las de Beirut, Líbano, Siria, Afganistán, Irak, Palestina y toda una lista de países que en los mismos días habían sufrido grandes pérdidas de vidas, algunas debido a actos terroristas y otras no.

Así las cosas, la verdad es que comparto el sentimiento, hasta cierto punto. Es verdad  que a nosotros como sociedad nos importan más unos muertos que otros, y es verdad que deberíamos estar todos escondiendo la cara de vergüenza al respecto. Pero este movimiento de indignados pierde mi apoyo en el momento en el que se aparta del problema. Las olas de gente despotricando contra la “sociedad hipócrita”, sin sentirse parte de dicha sociedad, son según mi forma de entender, el sector más hipócrita de todos.

Los lazos más fuertes de Argentina (y por consiguiente, de cuales más oímos hablar) son con Latinoamérica, por pertenecer a ella, y con Europa, por tener un gran sector de la población que desciende de europeos. Por lo tanto no es tan extraño que impacten más los muertos de París que los de países de los que oímos hablar muy poco, y lo poco que oímos, casi siempre se refiere a atentados terroristas y violaciones a los derechos humanos por parte de sus propios nacionales o sus gobiernos más que por el daño colateral o la acción militar directa de las potencias mundiales (Estados Unidos, Francia, RUGB o Rusia principalmente). Lo que nos lleva a la otra cuestión, que es la responsabilidad que tienen los medios de comunicación en todo esto.

La realidad es que los medios de comunicación, además de brindar un servicio a la comunidad, son un negocio. Los minutos al aire cuestan dinero, y en el caso de los portales de Internet, se lleva cuenta de cuáles son las noticias que más interesan y son compartidas, las que más clicks y comentarios recaudan, y se producen más notas de ese tema o de temas relacionados. Esto deja de manifiesto que la razón por la cual los medios no cubrieron de la misma manera los atentados de París que los del Líbano, es simplemente porque sabían –no suponían, sabían- que la gente iba a estar más interesada –y por consiguiente más propensa a clickear, compartir y comentar- los atentados de París. Las razones por las cuales somos, efectivamente, más propensos a leer sobre París que sobre cualquier país de Medio Oriente ya las he enumerado, aunque ninguna de ellas nos sirva como excusa.

Teniendo esto en cuenta, creo que no es arriesgado decir que la mayoría de las personas que se indignan ante los favoritismos de la sociedad y ante la falta de reconocimiento de los otros dramas mundiales, también se acababan de enterar de éstos. Otra prueba de ésto es el hecho de que sólo parecieron interesarse al respecto mientras todavía duraba el shock de los atentados de París, no antes, y muy poco después. Sirve como ejemplo perfecto el hecho de que una semana después de París, hubo un atentado en Mali, y aunque muchos portales de noticias cubrieron la noticia extensamente, ni siquiera estuvo cerca de volverse una noticia viral. En mi caso particular, ni siquiera la gente que 5 días antes estaba quejándose de la sociedad occidentalista lo compartió.

Vale aclarar que ésta reacción no tiene nada que ver con que las víctimas sean europeas, blancas, o católicas. Ya en 2012, en el marco de la campaña Stop Kony 2012 –que apuntaba a exigir la captura del señor de la guerra ugandés Joseph Kony, poniendo de manifiesto las atrocidades cometidas por él y su séquito- había un sector indignado por el hecho de que repentinamente miles de personas se preocuparon sólo por Uganda, cuando en toda África había personajes igual de nefastos que no obtenían ni el 10% de la prensa de Stop Kony. No era suficiente que miles de personas se enteraran y se preocuparan por algo que pasaba en un país del que pocas veces hubieran oído hablar, ni que se hicieran eco de un pedido legítimo de justicia. Si uno no se preocupa por todo el resto, no “vale”. Si uno no se preocupa por todo, todo el tiempo, se lo acusa de favoritismos. Ni siquiera voy a empezar con los que se manifestaron cuando se viralizó la foto de Aylan Kurdi tendido a orillas del mar, argumentando que la gente favorecía  con su atención y su tristeza, a ese niño muerto por encima de otros cientos. Esto demuestra que no es la parcialidad con la que se trata a víctimas europeas, blancas o católicas lo que molesta, sino cualquier tipo de especificidad en la empatía. Luego de toda catástrofe aparecen los indignados, tratando de sentirse moralmente superiores. Mi consejo personal, entonces, es que se ignore esta negatividad sin sentido.

Todo esto, por suerte, tiene una solución. Porque esa sociedad hipócrita a la que le interesa más leer sobre un muerto europeo que uno pakistaní, y que con sus decisiones sobre qué artículos leer, qué programas ver, y qué radios escuchar, marca tendencia en cuanto a qué será tomado en cuenta en el futuro como “relevante”, somos nosotros. Todos nosotros, los “indignados” también. Y como sociedad creo que nos conviene asumir las culpas junto con la responsabilidad y utilizar esto a nuestro favor. Esforcémonos en identificar nuestras parcialidades y nuestros prejuicios, y en desafiarlos. “La culpa no es del chancho, sino del que le da de comer” y en este caso, nosotros elegimos día a día lo que nos van a servir en el plato.

Símbolo Paz París