MÁS DE UN SIGLO EN GUERRA

Un breve recorrido y actualización del conflicto Armenio-Azerí

Lic. Agostina Salman

Mujer de avanzada edad entre escombros del territorio armenio. BBC News, 2022.

Algunas guerras duran décadas en silencio. En un mundo globalizado, conectado en tiempo real a través de una pantalla del tamaño de la palma de una mano, resulta difícil no enterarse si un conflicto armado está sucediendo en algún rincón del mundo. Sin embargo, ésta era de la sobre-información no siempre condice con la información real, o con la de turno, la que está de moda.

Los azeríes, también llamados azerbaiyanos, son un pueblo de lengua turca, oriundos del actual noroeste de Irán y la República de Azerbaiyán, en su gran mayoría musulmanes chiitas. Los armenios son considerados los primeros cristianos del mundo, forman una comunidad que nace y se desarrolla a lo largo de los siglos entre la región del Cáucaso, la Meseta de Irán y la península de Anatolia, aunque tambien han tenido presencia en Rusia, Georgia e Irán, debido a su proximidad geográfica.

La Guerra armenio-azerí lleva más de un siglo. El genocidio armenio nos sitúa cronológicamente en sus inicios. La deportación forzosa y el intento de exterminio de la cultura armenia arrasó con casi dos millones de vidas; la comunidad fue perseguida y asesinada por el gobierno turco del Imperio otomano. Desde después de la revolución rusa, en 1917, la guerra no cesó y el “resultado” es una suerte de péndulo, inclinándose a un lado o a otro según el momento en el que nos encontremos.

Los precedentes para las familias de los desaparecidos no son halagüeños. Azerbaiyán aún busca a más de 4.000 soldados y civiles de los que no se tiene noticias desde la primera guerra del Karabaj. En la imagen, Malahat Guliyeva muestra una fotografía familiar en la que aparece su marido, desaparecido en 1993 cuando se dirigía al frente de Agdam.
Azerbaiyán aún busca a más de 4.000 soldados y civiles de los que no se tiene noticias desde la primera guerra del Karabaj. En la imagen, Malahat Guliyeva muestra una fotografía familiar en la que aparece su marido, desaparecido en 1993 cuando se dirigía al frente de Agdam. Diario El País, 2020.

En los 80, por ejemplo, Armenia fue la gran victoriosa, con la anexión del disputado territorio del Alto Karabaj, formando la República de Artsaj -nombre original armenio-. Para ese entonces la superioridad bélica fue notoria; pero ahora son los azeríes, con el apoyo turco, quienes demuestran su preeminencia sobre el terreno torturando civiles, mutilando gente, destruyendo iglesias centenarias; como en los primeros años de guerra, aunque esta vez vemos en las redes sociales videos explícitos que muestran los crímenes de guerra.

Pensando en una Nación desde su concepto identitario, como entidad que aúna factores en común entre sus pobladores, ya sea el idioma, la religión o la cultura, podemos decir que el 80% de la población de Nagorno Karabaj son armenios de religión cristiana. Esta región tiene unos 4400 kilómetros cuadrados y está situada en el Caucaso Sur, un espacio donde hoy conviven tres Estados independientes, antes repúblicas soviéticas: Georgia, Azerbaiyán y Armenia.

En febrero de 1988 el parlamento de Nagorno Karabaj vota la unión con Armenia. Esa votación desencadena una terrible violencia intercomunitaria, los azeríes huyen de la región separatista, mientras que en Azerbaiyán los armenios sufren matanzas y escapan de forma masiva de la capital, Bakú, y de otros puntos del país. En 1991, Nagorno Karabaj celebra un referéndum en el que gana la independencia, aunque la comunidad internacional no reconoce al nuevo Estado y sigue considerándola como una región de Azerbaiyán. La auto proclamada República de Nagorno Karabaj funciona desde entonces como un país autónomo. La proclamación de la independencia propicia el estallido de la guerra en la década del noventa. Solo en los tres años siguientes, 35 mil personas mueren y 650 mil quedan desplazadas, según cifras de Naciones Unidas. En 1994 se firma un alto al fuego que ambos países se han acusado sucesivamente de romper, hasta que en 2020 estalla la llamada “segunda guerra de Nagorno Karabaj”. Al menos 6.500 personas mueren en 40 días de combates que permitieron a Azerbaiyán recuperar parte del territorio que había perdido entre 1991 y 1994.

Dos soldados armenios en el conflicto por Nagorno-Karabaj.
“Armenia-Azerbaiyán: un conflicto de odio étnico”. DW News, 2020.

Rusia siempre significó un aliado para Armenia y mantiene una base y tropas en su territorio, pero no sera de su interés enemistarse con Azerbaiyán, ya que con las sanciones occidentales a raíz de la guerra de Ucrania, ese país se ha convertido en una de las principales vías de entrada y salida de mercancías de territorio ruso. Azerbaiyán tiene como principal valedor a Turquía, un país hermano lingüística y culturalmente.

Más allá de las alianzas tradicionales, también de cara a Occidente, Bakú cuenta con la baza de su riqueza en gas y petróleo. La Unión Europea trata de presentarse en este conflicto como un mediador neutral, y en julio cerró un acuerdo para duplicar los envíos de gas. Otro aliado de Armenia, Estados Unidos, tampoco olvida el peso energético de Azerbaiyán.

Fuentes armenias sostienen que Bakú esta explotando la situación geopolíticamente derivada de la invasión de Ucrania, así como la debilidad mostrada por las fuerzas rusas en las ultimas semanas, que hace casi inverosímil que Rusia envíe tropas al Caucaso, pese a que el Gobierno armenio ha solicitado apoyo a la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC), el organismo supranacional de seguridad liderado por Moscú. Su posición como suministrador de hidrocarburos convierte casi en una ilusión la existencia de una respuesta firme de la comunidad internacional ante una ofensiva para recuperar Nagorno.

El Ejército de Azerbaiyán bombardeó en septiembre del 2022 varias localidades de Armenia, y es un tema de agenda internacional si se desataría o no un nuevo conflicto bélico. En el mes pasado de febrero, las miradas quedaron puestas sobre el Corredor de Lachín, una vía de comunicación terrestre esencial entre la región de Nagorno-Karabaj y Armenia que se bloqueó desde el 12 de diciembre, cuando organizaciones no gubernamentales y activistas sociales azeríes la bloquearon bajo el supuesto de una actividad ilegal en la región que estaba destruyendo recursos naturales e impulsando un daño ambiental. Armenia niega cualquier acusación y apunta directamente al gobierno de Azerbaiyán por querer dejar sin comunicación a Nagorno-Karabaj.

Nagorno Karabaj, para los armenios, pertenece a una de las áreas irredentas que conforman la Gran Armenia. Es decir, aquellos territorios que históricamente han sido poblados por la etnia cristiano-ortodoxa armenia. Ante los ataques de los que acusa a Azerbaiyán, el presidente de Armenia se refirió a Nagorno Karabaj como su nación sagrada. Este irredentismo no hace más que acrecentar un odio superior a todo tipo de injerencia o política que lo contradiga, se convierte en un suerte de ideología y fanatismo que se defenderá con sangre, como sucede salvando las diferencias con el islamismo político, o como sucedió con el holocausto judío.

Pretender tener el control de un territorio que ambas partes consideran suyas, étnica y territorialmente, no es un objetivo que vaya a cesar hasta que no se comprenda que los acuerdos y las resoluciones no son finales sino comienzos de nuevas relaciones basadas en un pacto, es decir, conllevan reconciliación y aceptación de la negociación. Se espera que todas las partes, incluyendo los actores internacionales con poder efectivo o influyente en el conflicto, puedan mediar para lograr la paz y reeducar a una población que lleva un siglo enfrentada.