¿QUIÉNES SON, REALMENTE, LOS VIOLENTOS DEL FÚTBOL ARGENTINO?

¿QUIÉNES SON, REALMENTE, LOS VIOLENTOS DEL FÚTBOL ARGENTINO?

Proyectar Nación

 Ildefonso Correas Apelanz (M.S./M.A.) & Agustín Correas

Cuando el árbitro Diego Abal pitó el inicio del partido que disputaran Vélez Sarsfield –en su estadio– y Aldosivi, no solo dio comienzo a dicho partido, sino también inició un nuevo torneo oficial de la AFA: el Torneo de Primera División 2015. Junto con el reinicio del fútbol oficial también volvían los hinchas (solo los locales) a la cancha, ejemplo mayor de la cultura del fútbol masculino –construida como la voz oficial de este deporte. Además de jugadores e hinchas, están “Fútbol para Todos”, los dirigentes –deportivos y políticos– y junto a estos últimos, reaparecieron las sombras que nunca desvanecen: los violentos de siempre que nos prohíben ver un estadio a puertas abiertas y para todos. Pero la pregunta entre líneas y expuesta para la reflexión de un fútbol que sea para todos, es ¿Quiénes son, realmente, los violentos del fútbol argentino?

violenciaargentina180308_ESA lo largo de este artículo, recorreremos no solo algunos de los incidentes que se han desarrollado desde la primera fecha hasta la séptima, forjando que varios partidos se jueguen durante la misma a puertas cerradas; sino también debatiremos posibles alternativas a la pregunta que hace hilo del remiendo dentro de un contexto deportivo, pero fundamentalmente social, que es complejo y no puede –ni debe– solucionarse con una única medida que lo abarque todo. Las conclusiones, en parte, serán palabras que ‘much@s futboler@s’[1] ya están discutiendo en diversos espacios sociales, culturales, políticos y deportivos de nuestro país. Nosotros no esperamos que este artículo abarque las innumerables razones que desatan la violencia del futbol, pero al menos intentaremos hilvanar una serie de preguntas y respuestas para asomarnos a una reflexión que pueda generar entre los visillos del fútbol argentino, una esperanza a preguntas como estas: ¿Es este fútbol de hoy, para todos? ¿A quienes beneficia la violencia? ¿Cuáles son las razones que llevan a estos ataques contra ‘el otro’? ¿Se puede solucionar esto cerrando los estadios, posponiendo el fútbol? ¿Cuáles son las alternativas? ¿Y si cerramos el estadio pero también apagamos las cámaras de televisión, qué pasaría?

Comencemos por señalar los hechos de violencia en la tercera fecha del torneo de «Primera C» entre Laferrere y Dock Sud disputado el lunes 2 de marzo y suspendido a los 27 minutos del segundo tiempo por el árbitro Rodrigo Sabini. Según consta en el Boletín 5017 de “Fallos Dictados Por El Tribunal De Disciplina Deportiva El 12/03/2015 Y Publicados El 13/03/2015”, Sabini declaró lo siguiente:

Detengo el partido, debido a que el asistente No 2, los jugadores y mi persona, comenzamos a sentir ardor en los ojos, producto de los gases lacrimógenos lanzados fuera del estadio, lo cual nos impedía la normal visión. Me acerco para hablar con el Jefe del Operativo, señor Subcomisario Morel Luciano, el cual me informa que se están produciendo incidentes fuera del estadio, debido a que una fracción de la parcialidad local está intentando ingresar al estadio y se están enfrentando con la policía. Luego de ocho minutos de espera, me informa que no me da las garantías para continuar el juego, debido a que intentan derribar el portón para ingresar a la zona de vestuarios. Por lo cual procedo a suspender el partido a los treinta y cinco minutos del segundo tiempo. Luego de dos horas en el vestuario con la debida custodia policial, nos retiramos de éste sin ningún inconveniente. (AFA 8)[2]

Twitter JaimeEs decir, lo tremendo de este caso es la violencia generada desde afuera del estadio y no dentro del mismo. Por otra parte, y sumado a esta incongruencia de comportamientos masculinos, los afectados –jugadores, cuerpo técnico, árbitros, dirigentes e hinchas del fútbol– quedaron momentáneamente –y literalmente– prisioneros de este capítulo nefasto de este deporte. Evidencia de esto queda registrada en el testimonio del jugador Diego Jaime quien escribió en su cuenta de Twitter un mensaje en para tranquilizar a su familia: «Estamos atrincherados en el vestuario visitante, estamos todos bien… esperemos pase todo rápido así volvemos a ntras [sic] casas con la fila [sic]» (“En Primera Persona:”)[3]. La palabra ‘atrincherados’ usada para describir un momento relacionado con la violencia del fútbol, tiene una resonancia a guerra, que sinceramente, a nosotros, nos produce una sensación de escalofríos y decepción.

La violencia en este encuentro dejó como resultado un sinnúmero de detenidos, inseguridad, una resolución de la AFA que le dio el empate a Dock Sud cuando tal vez lo podría haber ganado, vidrios rotos, coches destruidos y vecinos en las inmediaciones del estadio con miedo que fueron obligados, violentados a participar, directa e indirectamente de una batalla entre los individuos de la barra brava local (bien conocidos por los dirigentes del club) y los policías encargados de la seguridad para ese encuentro.

Lo que no tuvo mucha publicidad fue el día después, cuando los vecinos salieron a barrer las calles, limpiar los destrozos, y quedarse con esa sensación de angustia. No todo es lo inmediato, la violencia en sí, esta esa otra parte que viene después del shock. Nos referimos a ese estado posterior a la violencia con el cual llegan los vecinos al siguiente partido del local. Pero, ¿cuáles son las consecuencias, no para el violentado, sino para el violento? El trauma del violentado necesita ser profundizado, pero también el que deriva del violento. Además, existen la consecuencias legales, y ahí tampoco hay acciones para dar soluciones a largo plazo.

Nos preguntamos, ¿cómo se sintieron los familiares de los jugadores, del cuerpo técnico, de los árbitros, por ejemplo, que participan deportivamente en esta división? ¿Y los hinchas, quien se ocupa de ellos, nos referimos a aquellos que fueron a participar de un partido de fútbol –sin violencia ni dentro ni fuera del estadio–? ¿Y de los vecinos de la Ciudad de Laferrere? ¿Quién se ocupa/rá de ellos, de la propiedad destruida, de la inseguridad en la piel? El gobernador bonaerense, Daniel Scioli, suspendió el estadio Deportivo de Laferrere por el resto del campeonato 2015. Si bien entendemos la razón de la medida –no la descartamos– debemos reconocer que esta decisión perjudica a los que esperan ir a un estadio para ver un espectáculo de fútbol y no ha padecer de la violencia ajena. A los violentos, ¿cómo los afecta esto? No discutimos la decisión del gobernador, pero nos parece necesario preguntarnos cómo estas decisiones impactan a aquellos que usan la violencia dentro del ámbito futbolístico por motivos que deben ser analizados cuidadosa y extensamente.

fo6052Desarrollamos el caso de la “División C” para ilustrar que la violencia no se genera en una división o en otra, sino en todo el ámbito del fútbol argentino masculino. Analizaremos a continuación las primeras siete fechas del Torneo Mayor, que tiene 30 protagonistas en el seno del campeonato y de las cámaras. Tres puntos para tener en cuenta son: a) la autoridad para suspender un partido, ¿en quien recae?; b) motivos y recurrencia de dichos motivos, ¿cuánto debemos ‘tolerar’?; y c) las penalizaciones de la AFA y la consistencia en las medidas tomadas.

En la primera fecha, en el partido entre Godoy Cruz y San Martín, los hinchas de Godoy Cruz entraron elementos de pirotecnia que forzaron al árbitro Germán Delfino a suspender momentáneamente el partido. La pregunta que nos hacemos es ¿cómo entraron al estadio tanta pirotecnia y por qué no se suspendió? La AFA impuso una multa a 300 entradas por cuatro fechas (AFA 2015). El partido, luego de varios minutos –insólitos– se reanudó haciendo de este episodio, un momento olvidado en el tiempo: estamos acostumbrados a la cultura de la violencia como parte del folclore del fútbol a punto tal que esta normalizada, aceptada e internalizada. ¿Qué pasó con los que lanzaron las bengalas, los que dejaron que la pirotecnia entrase y con aquellos que la compraron? Nada… esto ha quedado archivado en la memoria de un pasado que sufre de amnesia o que incorpora estos aspectos violentos para transformarlos en la rutina del fútbol.

También en la primera fecha, se había realizado un operativo de control en el partido entre Boca y Olimpo, por medio del cual se exigía a los socios locales presentar DNI y carnet de socio para entrar al sector de las populares. Esta implementación nacida del Comité de Seguridad de la Nación radica en la sospecha que el club de la Bombonera tenía/tiene(¿?) una cantidad de 300 carnets en alquiler[4] (“A la popu con DNI”)[5] . Estas mismas restricciones también afectaron a los hinchas de Vélez Sarsfield que por las mismas razones tuvieron que presentar ambos documentos. Este tema de los carnets no es nuevo, como consta en los repetidos artículos que Gustavo Grabia[6] ha escrito al respecto. Como ejemplos, rescatamos uno del 2013, “De carnets somos” y otro del 2014, “Barra de Alquiler”. Ambos, centrados en la Barra de la 12, denuncian un hecho que no ha cambiado y que demuestra los ingresos económicos ilegales de las barras bravas y como estos sustentan a las mismas con el visto bueno de los dirigentes del fútbol.

Nos quedamos un párrafo más en Boca para hablar de la vergonzosa suspensión que recibió el arquero xeneise, Orión, al que le asignaron solo cuatro fechas: una fecha por reincidir, dos fechas mínimas obligadas por el reglamento y una más para superar el mínimo. Mientras tanto, el jugador uruguayo Carlos Bueno tuvo que ser operado y tendrá que estar desafectado del fútbol por un máximo de ocho meses (entre 28 y 32 partidos). Mas allá de la falta de intensión que muchos comentaristas han sugerido, la consecuencia que sufre Bueno, no esta ni remotamente cerca, de estas miserables cuatro fechas que le dieron a Orión. Esto es violento y vergonzoso. Esto es un acto de violencia porque contribuye a la impunidad con que se vive y por ende, a la violencia en el fútbol argentino. Esto es violento porque Orión juega y Bueno se pierde prácticamente todo el torneo de primera división, más todo lo que significa no jugar para un jugador de fútbol lesionado. ¿Le hubieran dado más fechas de suspensión a Orión, si este hubiera pertenecido al club Sarmiento, por decir un nombre? ¿Seguiríamos hablando del tema, si el equipo en cuestión era un club de menor envergadura? ¿Cómo funciona la disciplina en la AFA (si es que funciona), como se miden las consecuencias de los hechos y como los mismo afectan a los jugadores, hinchas, dirigentes, etc.? Es imposible no levantar sospechas y decir que a Orión lo suspendieron en relación al clásico con River Plate. Tal vez, si el clásico se jugaba en la ultima fecha le hubiesen dando hasta el domingo anterior a la misma.

Pero continuemos con otro partido. Iban alrededor de 14 minutos del segundo tiempo entre Rosario Central y Tigre, cuando el árbitro Diego Ceballos tuvo que suspender el partido por unos ocho minutos dado que Gustavo Alfaro, técnico de Tigre, fue agredido por un proyectil que le tiraron los hinchas de Rosario Central. El partido era parte de la segunda fecha, que se había jugado el 21 de febrero y por el cual el equipo local recibiera solo una multa de 300 entradas por solo cinco fechas (AFA 2015)[7]. Nos preguntamos, ¿cuánto vale un proyectil en la cabeza, cuanto debe herir, cuanto debe sangrar una persona para que la AFA junto con todos los dirigentes del fútbol argentino tomen conciencia y elaboren medidas disciplinarias contundentes? ¿Y si suspendíamos el partido y le dábamos los puntos a Tigre?

Antes de iniciarse el partido entre Godoy Cruz y Lanús por la quinta fecha del torneo de primera división, en la ciudad de Mendoza (¿otra vez Godoy Cruz?) el día 15 de marzo, el masajista Juan Franco recibió un proyectil que le causo “un desprendimiento de cornea y tuvo que ser operado” (“Tras la agresión”)[8]. Cabe destacar que ni ambulancia tenía el club local por lo que Franco fue trasladado en un vehículo particular hasta el hospital. Mientras los familiares de Juan Franco miraban las escenas de este acto violento, luego de que éste fuera retirado del campo de juego (¿o campo de batalla?), el partido siguió su curso. No importó para nada que la agresión casi le saca un ojo a un trabajador. No importó para nada que la gente se desviase de este tremendo hecho, nuevamente en las esferas de Godoy Cruz, y se intoxicase con un partido desteñido, al menos para los familiares de Franco y el cuerpo técnico de Lanús, pero que no se suspendió. ¿Cuánto vale una córnea, el traslado en auto y no en ambulancia, la operación, la hospitalización, los familiares probablemente preocupados, tristes, ansiosos, inmóviles? Vale una multa de 500 entradas y por seis fechas y la imposibilidad de jugar sin público contra el partido ante Independiente por la séptima fecha. Eso vale… Nada vale… Una resolución y a descansar.

Exactamente 303 personas han muerto ya en Argentina como consecuencia de la violencia crónica en el fútbol, desde que se empezó a llevar un registro, en 1922 . La víctima número 303 se llamaba Pablo Giménez y falleció al caerse de una de las populares del Nuevo Gasómetro. Giménez impactó sobre un hombre que pasaba con un niño durante el encuentro disputado entre San Lorenzo y Huracán, con victoria 3-1 del conjunto local, por el partido de la quinta jornada del Torneo. Un fallecimiento que marcó hasta el día de hoy el destino del fútbol argentino, es el de Martín Gerez, hincha visitante de Lanús, quien terminó muerto por un balazo de goma procedente de un arma de los encargados de la seguridad del partido ante Estudiantes de La Plata en junio de 2013 Es que a raíz de este hecho se tomó la decisión de prohibir al público visitante para todas las categorías del fútbol de AFA. De esto que exponemos devienen estas preguntas en voz alta: ¿Que pasa cuando se internaliza la violencia? ¿Cual es la relación entre la violencia consumida en el fútbol y por el fútbol, y los niveles de aceptación de la misma? ¿Si se mata a un jugador, por ejemplo, cuanto partidos son necesarios suspender para que la amnesia social lo convierta en un hecho aislado? Es evidente que las muertes de hinchas son definitivamente menores en el imaginario del fútbol y que estas 303 personas han muerto, definitivamente en vano doblemente. Una por la muerte en sí y la otra por falta de consecuencias relacionadas con esa muerte.

Por la sesta fecha, el domingo 22 de marzo, jugaban en Santa Fe, el local Rafaela, último en la tabla para dicha fecha, con el puntero, Rosario Central. A los 18 minutos del primer tiempo, y desde los 12 pasos, Eluchans lo pone en ventaja al local que hasta ese momento venía aguantando a un Central que había mostrado poco futbolísticamente hablando. Luego, lo inédito, tras una clara falta de Bastía, Delfino amonesta al jugador de Rafaela quien casi inmediatamente ve la roja por una protesta innecesaria e irrespetuosa. Este hecho, se hubiese quedado en las estadísticas deportivas sino hubiese sido que a los 42 minutos de ese primer término, Delfino acusa recibo de un proyectil que le impacta en el pecho y cae antes que se produzca el tiro de esquina para Rafaela, que repetimos: ganaba de local –siendo el último de la tabla– al puntero Rosario Central. Si esta insensatez no tiene siquiera motivos que la sustenten, salvo la expulsión infantil de Bastía, lo que sigue es aún más desesperante: el árbitro se recupera, se levanta y ¡continúa el partido! Y esto es lo que confunde. ¿Por qué Delfino decide darle cámara a un partido que debería haberse suspendido, teniendo en cuenta la prolífera cantidad de hechos que se habían sucedido hasta la fecha anterior? ¿Cuánto más debía haber pasado? ¿Otro ojo, ambos, la cabeza abierta porque alguien, un cobarde, decide hablar por todos, y el resto lo mira en silencio (en el estadio y por TV)? El partido siguió y Rosario empató. El resultado quedó nuevamente archivado en la estadística del fútbol, la anécdota de otro partido más, tal como ese proyectil quedó apartado del campo de juego, como un movimiento más hacia la fuga del fútbol por estos hombres que parecen más interesados en derroches de aguante y machismo infantil que en el fútbol en sí.

Durante la séptima fecha, varios partidos se jugaron sin público como consecuencia de la violencia en los estadios. Este es el caso de San Lorenzo que jugó sin su hinchada (ni la del visitante… ¿y si dejaban pasar a los visitantes solamente?) ante Lanús. Como era de esperarse, no hubo incidentes y la gente miró el partido por ‘Fútbol para Todos’. Esta medida, que evitó la entrada del público al estadio, esta ligada a la violencia pero no provino de la AFA. Recordemos que el pasado 6 de febrero se jugó el primer partido oficial del año, entre San Lorenzo y River Plate por la Copa Sudamericana, en su partido de ida. Apenas pasados unos minutos,  el anno 2015 abrió otra  su primer hecho de violencia en un estadio: un hincha agredió al juez de línea Juan Pablo Belatti. El Comité de Seguridad de la Nación sancionó al club de Boedo, pero la particularidad de este comentario es que la Conmebol, organismo oficial de la Copa Sudamericana increíblemente no dispuso de ninguna sanción al respecto. La AFA tampoco actuó de oficio, por cuestiones, nos imaginamos, de jurisdicción y así es que continuamos con las incongruencias de las autoridades del fútbol, que “no se meten” para nada. Esto es violento y genera violencia.

A partir de estos hechos, el Comité Ejecutivo de AFA tomó la decisión -forzada- de sancionar a los clubes cuando haya protagonistas agredidos durante los partidos, así como también castigar a las instituciones cuando los desmanes ocurran fuera del estadio, sentando un nuevo precedente. Estos serían los casos de Arsenal de Sarandí que fue sancionado con un partido a puertas cerradas, Rosario Central, Godoy Cruz y Rafaela en su partido contra Defensa y Justicia por la undécima fecha. Sin embargo, la política intercedió por Quilmes y Anibal Fernandez que criticó duramente los hechos ocurridos entre Laferrere y Dock Sud, evitó que Quilmes y Tigre no jugaran sus partidos a puertas cerradas contra Sarmiento y Defensa y Justicia respectivamente. Gracias Anibal por conciliar a favor de la violencia en el fútbol, gracias AFA por dejar que la política maneje el destino del fútbol. Esto, esta participación autoritaria, es en si mismo un acto más de violencia.

En el transcurso de esta ultima década, las barras bravas han incrementado su poder y se han convertido en grupos mafiosos que controlan negocios millonarios, con la complicidad de los dirigentes del fútbol y de los políticos asociados a dichos dirigentes. Las hinchadas violentas de los diferentes clubes, los llamados «barras bravas» o simplemente barras, son los más violentos del continente. La «12» (por el jugador número 12, barra oficial de Boca) o «Los Borrachos del Tablón» (de River Plate), son las más conocidas, pero todo club tiene sus grupos violentos. Todo esto nos lleva a formularnos una serie de preguntas fundamentales sobre el tema: ¿Hasta dónde llegarán los hechos de violencia en el fútbol argentino? ¿Qué más tiene que pasar para que la clase dirigente, política y deportiva, promueva una iniciativa completa y de fondo al respecto? ¿Reaccionaremos todos como sociedad el día que maten a un jugador en la cancha (si es que este pertenece a la «Primera División A»)? ¿Cuáles son las posibles soluciones? Poder, política, dinero y negocios ilegales, fanatismo, el barrio, el aguante: pero somos nosotr@s tod@s l@s que aguantamos, tolerando la violencia, aceptando cualquiera sean sus raíces, su presencia omnipotente en las canchas de fútbol.

Estas preguntas llevan a una pregunta mayor: ¿Quienes son los violentos en el fútbol argentino? Lamentablemente, la respuesta mediática disminuye o elimina respuestas mucho más criticas. Los violentos (¿podemos enumeran los actores a los que nos referimos?) continúan en el seno de las cámaras de televisión. Los dirigentes (políticos/deportivos) no solo están lejos de esbozar una solución definitiva al problema, sino que en muchos casos son parte intrínseca del mismo, lo cual dificulta la tarea de reducir la violencia considerablemente.

En el comienzo de este largo artículo, nos preguntábamos: ¿Es este fútbol de hoy, para todos? ¿A quiénes beneficia la violencia? ¿Cuáles son las razones que llevan a estos ataques contra ‘el otro’? ¿Se puede solucionar esto cerrando los estadios, posponiendo el fútbol? ¿Cuáles son las alternativas? ¿Y si cerramos el estadio pero también apagamos las cámaras de televisión? ¿Quienes son los violentos?

Creemos que las soluciones, las respuestas a estas y otras preguntas, están ligadas al entendimiento profundo de las preguntas planteadas y a la articulación de sus respuestas. Las temáticas que emerjan de dichas respuestas deben ser analizadas con cautela y de manera extensa para lograr un comprender el problema y evaluar soluciones apropiadas y a largo plazo. Esto también implica una reflexión propia de todos los actores del fútbol porque los hechos de violencia en el fútbol se traducen en expresiones de violencia que habitan en el seno de la sociedad misma. Pero pocas son las esperanzas de poder encontrar respuestas con medidas provisorias y parches que, ya se ha comprobado, de nada sirven.

Sin embargo, la violencia en este fútbol masculino de la Argentina, abre la posibilidad de repensar el fútbol en todo su conjunto y de (re)considerar espacios nuevos que han estado vigentes desde hace años pero negados en la incorporación al imaginario del fútbol argentino. ¿Seria posible (re)pensar el espacio del fútbol femenino e incorporarlo como una nueva alternativa (que tiene mas de 20 años) para ver buen fútbol? No estoy hablando de tratar al fútbol femenino como una utopía sino de la posibilidad concreta de imaginarnos un fútbol con espacio propio y sin violencia. Tal vez, cancelar el negocio del fútbol oficial sirva para ver un fútbol que desde las márgenes, desde el borde mismo del fútbol, proporcione alternativas para disfrutar del juego y que a raíz de ese compromiso de esperanzadas igualdades entre el hombre y la mujer, podamos descubrir –lo que much@s ya saben– que el fútbol es una celebración deportiva para tod@s, como era antes cuando ir a la cancha era un espacio sin violencia. Nosotros añoramos esos años y estamos dispuestos al cambio… ¿Y usted, que piensa?

Envié sus comentarios a proyectarnacion@gmail.com

[1] Concebimos el término futboler@s como un concepto que incluye al colectivo de hombres y mujeres como parte del imaginario del fútbol argentino. Mediante esta articulación desafiamos el entendimiento nominal que concibe el fútbol como cosa de hombres, e incorporamos a la mujer como parte del futbol y por lo tanto igualmente afectada por los hechos de violencia. Esperamos que esa incorporación colabore con el esfuerzo de legitimización de la mujer en el espacio del fútbol.

[2] Asociacion del Futbol Argentino [AFA]. Boletin Nro. 5017: Fallos dictados por el Tribunal de Disciplina Deportiva el 12/03/15 y publicados el 13/03/15. Buenos Aires: AFA, 2015.

[3] “En primera persona: el relato de un jogador de Dock Sud ‘atrincherado’ en el vesturario. La Nación 03/05/15, Cancha Llena, Violencia en el Fútbol: http://canchallena.lanacion.com.ar/1772967-en-primera-persona-el-relato-de-un-jugador-de-dock-sud-atrincherado-en-el-vestuario

[4] Voceros vinculados a la justicia indicaron a la agencia Noticias Argentinas que hasta el momento se logró probar de manera fehaciente una suerte de «tráfico de carnets», los cuales se alquilaban con un piso de 300 pesos para un partido de local y un techo de 1000 cuando cuando se trataba de un «clásico». Fuentes: http://www.diariopopular.com.ar/notas/157779-se-entrego-otro-hincha-boca-la-causa-alquiler-carnets & http://deportes.telam.com.ar/notas/201411/85167-boca-socios-carnets.html

[5] «A la popu con DNI». Diario Ole 13/02/15. Basta de Violencia: http://www.ole.com.ar/boca-juniors/futbol/popu-DNI_0_1303069988.html

[6] Grabia, Gustavo. «Barra de Alquiler». Diario Ole 06/09/14. Fuera de Juego: http://www.ole.com.ar/fuera-de-juego/Barra-alquiler_0_1207079314.html & Grabia, Gustavo. «De carnets somos». Diario Ole 24/05/2013. Fuera de Juego: http://www.ole.com.ar/fuera-de-juego/carnets_0_925107521.html

[7] Asociacion del Futbol Argentino [AFA]. Boletin Nro. 5012: Fallos dictados por el Tribunal de Disciplina Deportiva el 05/03/15 y publicados el 06/03/15. Buenos Aires: AFA, 2015.

[8] “Tras la agresion en Mendoza, el masajista de Lanus sufrio un desprendimiento de cornea y tuvo que ser operado”. La Nacion 16/03/2015, Cancha Llena: http://canchallena.lanacion.com.ar/1776575-tras-la-agresion-en-mendoza-el-masajista-de-lanus-sufrio-un-desprendimiento-de-cornea-y-tuvo-que-ser-operad & http://salvemosalfutbol.org/lista-de-victimas-de-incidentes-de-violencia-en-el-futbol/