Mag. Agostina Salman

A raíz de una serie muy vista en los últimos días, disponible en el mainstream de las plataformas digitales, me inquietó la posibilidad de indagar un poco más sobre un nuevo fenómeno entre adolescentes. Si bien la historia está situada en Reino Unido y nosotros redactamos desde Argentina, de algún modo las realidades se asemejan y encuentran puntos de conexión que no entienden de distancias, gracias al gran amigo y enemigo de las generaciones globalizadas: las redes sociales. Esta dicotomía de pensar la herramienta de la conectividad como la cura y la enfermedad podría valer un artículo aparte, algo más subjetivo y hasta filosófico, pero sólo invitaré a situarnos en pensar cómo llegamos hasta acá. ¿Realmente lo anhelamos como individuos activos, inherentes a una comunidad y una porción de territorio?, o simplemente estuvimos ocupados en sobrevivir y hoy formamos parte de una sociedad global de la cual no podríamos huir. Hablo de huir porque, en esta línea de investigación, me encuentro con que las mismas redes sociales que impulsan comportamientos extremos, muestran la fantasía de vivir en una montaña, desconectados y recolectando nuestros propios alimentos como el verdadero fin. La sensación es extremista: de un lado coptar a personas lo suficientemente vulnerables como para obedecer un ideal que le alcance para matar o morir, por el otro presionar a tener una vida que presume ser mejor a la que tenés; como si en esa pantalla diminuta estuviese la vida real y en fotos quepa todo lo que somos.
El impacto está ahí. La historia ficticia de Jamie Miller, un menor de 13 años detenido por el asesinato de una compañera de clase, se emitirá en los institutos educativos británicos para, como apuntó la diputada laborista Anneliese Midgley, mostrar e intentar cercar “la radicalización masculina en línea y la violencia contra las mujeres” y “contrarrestar la misoginia tóxica desde edades tempranas». ¿Ya deja de parecer una ficción, no? Sí, es un hecho de violencia de género, aunque terminamos connotando al asesino por el hecho de ser varón y no un asesino, y menor de edad. ¿Hay casos donde adolescentes mujeres maten adolescentes varones, o a otras mujeres? Sí, aunque de acuerdo con un estudio mundial sobre el homicidio, de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC), cerca de 80 porciento de los homicidas a nivel global son hombres. Las respuestas van desde la testosterona hasta la sociabilización. Volveremos a eso más tarde. Paternar o acompañar a un adolescente, tenga la identidad de género que tenga, no parece tarea sencilla para nadie. Ahora bien, ¿qué significa incel? Esa palabra hasta ese entonces desconocida por la mayoría de los espectadores. “Es lo del celibato involuntario, es la mierda de Andrew Tate”, dice uno de los personajes de la serie; el policía que cerca a Jamie, el protagonista de Adolescencia. ¿Y quién es exactamente Andrew Tate, el streamer de 38 años cuyos videos suman más de 12.700 millones de visitas?
Antiguo kickboxer, Tate rompió la cinta de la popularidad cuando acudió en 2016 al reality televisivo mundialmente conocido como Gran Hermano, de donde fue expulsado por un video en el que, según la BBC, aparecía agrediendo a una mujer. Quizás lo recuerden por un polémico episodio que mantuvo en 2022 con Greta Thunberg y que acabó en su detención en Rumania, donde fue acusado de violación y trata de personas en un caso que aún continúa abierto. A pesar de esto, al menos la mitad de los adolescentes británicos mantienen una opinión positiva sobre él y se lo considera un referente juvenil de la “manosfera”. Vamos a desglozar un poco más a fondo estas palabras, hasta ahora de otros, en miras de llegar a datos más objetivos o informativos, que nos inviten a una reflexión con pensamiento crítico.
En los últimos años, aceleradamente, ciertos términos que surgieron en comunidades virtuales han comenzado a formar parte del vocabulario popular. La serie Adolescencia utiliza tres de estos conceptos: “incel”, “manosfera” y “la regla del 80/20″. Es importante comprender lo que significan. Representan fenómenos sociales complejos, identitarios a grupos y visiones del mundo muy específicos. La presión por pertenecer no es cosa nueva entre mundanos, el punto es cuando vale la vida de uno o de otro. Un “incel”, abreviatura de “involuntary celibate” (celibato involuntario), es una persona, generalmente hombre, que se identifica como incapaz de tener relaciones románticas o sexuales, a pesar de desearlas genuinamente. En el contexto de Adolescencia, esta etiqueta sirve para ilustrar la frustración de ciertos personajes que sienten que el sistema social está diseñado en su contra, sobre todo en lo que respecta a las expectativas sobre las relaciones y la atracción física. Comenzar por responsabilizar al otro. La “manosfera” es otro término que se vincula con los incels, aunque su alcance es algo más amplio. Se trata de un mundo virtual que reúne a hombres que comparten ideas sobre masculinidad, rechazo al feminismo y crítica a las dinámicas de género contemporáneas. Los foros y blogs dentro de la manosfera son espacios donde se debaten temas como la supremacía masculina, las relaciones de poder entre géneros y las frustraciones asociadas a los roles tradicionales. En Adolescencia, la manosfera se presenta como un punto de encuentro para personajes que buscan respuestas en un entorno hostil, influenciado por visiones polarizadas sobre la vida y el amor. La “regla del 80/20″ se refiere a un principio utilizado en diversas áreas, desde la economía hasta las relaciones interpersonales. Su versión más aplicada en el ámbito de las relaciones amorosas sugiere que el 80 porciento de las mujeres está interesado solo en el 20 porciento de los hombres, lo que implicará escasez de parejas para la mayoría de los hombres. Este concepto está vinculado a las frustraciones de los incels, que creen que la competencia por la atención femenina es desproporcionada e injusta. Premisa fácil o al menos perezosa, que puede continuar sin incomodar en la adultez y perpetuarse en patrones de desinterés, desafección, egoismo o irresponsabilidad emocional.
Si buscamos a Andrew Tate en internet, de la forma más simple y rápida posible, vemos varios artículos que lo mencionan como un responsable de la realidad expuesta en la serie. También aparece su perfil en Spotify, y algun que otro foro de debate. “Es un intento de culpar a un individuo de una problemática social más profunda, como la radicalización y la violencia, que derivan de factores culturales más amplios. Es injusto que se convierta a Tate en un chivo expiatorio”, añade un internauta, cuya identidad no citaré porque jamás sabremos. Quiero decir, nunca sabemos quién es la persona, realmente, que está del otro lado de la pantalla. A menos que nos vinculemos de una forma intrínseca, como con cualquier familiar, amigo o amante. Resulta predecible que en el mundo de un adolescente inentendido esto no es comprendido, pero parece un punto urgente al que insistir. En medio de los quehaceres cotidianos adultos, como trabajar y mantener un hogar, debe existir el espacio de diálogo y enfrentamiento, como puntapié a dar y recibir la ayuda y contención que sin decirlo se necesita. Leí varias entrevistas a padres de adolescentes contemporaneos, a partir de la existencia Incel y las tasas de suicidio y homicidio en adolescentes. “Yo no crío asesinos” fue una de las respuestas que más encontré. Quizás todos seamos capaces de crear y criar buenas personas, al mismo tiempo que a científicos, a potenciales Nobel de Paz y también a asesinos. El porcentaje de probabilidad puede no ser el mismo, pero un 0,1 porciento marca existencia. Quizás haya responsabilidad del rol de los padres, no excluyente al espectro que un médico psiquiatra podría explicar. Hay personas que nacen con patologías mentales, muchas de ellas las desconocemos, y la adolescencia suele ser un momento más que oportuno para lucirlas. Notar el silencio, las mentiras o la extrema intromisión del adolescente, quizas deba convertirse en suficiente alarma para cuestionarnoslo.
Hace tiempo que educadores e investigadores vienen alertando de cómo desde internet se inculca la violencia desmedida entre niños de 10 años en adelante. En 2014, teniendo 22 años, gracias a un servicio de mensajería gratuito y accesible desde cualquier smartphone, logré entrar a un grupo de captación de una red terrorista internacional. Era campo de trabajo para mi tesis de grado, sobre el islamismo radical, pero también era una realidad: cualquier persona como yo podía ser convencida o inducida a terminar en otro país, a miles y miles de kilómetros, explotada sexualmente o brutalmente asesinada. El arma de doble filo tiene más filo de un lado que del otro. Y esto no quita que los adolescentes, o nosotros mismos, puedan simplemente jugar en internet. Resulta clave para la comunidad adulta de toda sociedad, no solo paternal, al menos en países libres y democráticos, repensar los valores que queremos sostener. Desde el conocimiento podemos pensar, opinar y/o actuar. Conociendo esta “moda” y las ridículas estadísticas de muerte entre niños y adolescentes a nivel mundial, podemos permitirnos diferenciar la misoginia de la hombría. Redoblar la apuesta y pensar cómo un hijo, querido y cuidado por una madre y una hermana, puede matar a su par, y negarlo sin remordimiento. La popularización de términos como alfa y beta, inherentes al mundo animal y usados en este caso para catalogar seres humanos, ha llegado al ámbito de la ciencia por una lógica crítica. Ambos términos se han puesto de moda en internet, aunque el conflicto aparece cuando no son usados ni entendidos desde el humor, cómplice o simplista. El término beta se usa como un autoidentificador peyorativo entre “miembros de la manosfera”, claro, los incels, aquellos que no se consideran asertivos y/o tradicionalmente masculinos y se sienten ignorados por las mujeres. Otro término que aparece en la búsqueda online es hombre sigma, al parecer usado con frecuencia a fines de la década de 2010, asociado al incel también. ¿Es el incel el devenir o la antítesis del alfa? Me inclino por la segunda opción, sin prevalecer ninguno como un objetivo o aspiración. Darle sentido a un varón con una frustración capaz de convertirlo en un femicida, o de jugar con su propia pulsion de muerte, es lo contrario al hombre “caballero”. ¿Es un error repetir esta palabra como una virtud? No lo creo, más bien responde conceptualmente al ideal que nos gustaría ver en un hijo, un padre, una pareja, un compañero de trabajo, un amigo, un par. Aún existen los términos medios, humana y socionormativamente correctos, sin caer en los extremos. En los adolescentes puntualmente, ¿son estas etapas del crecimiento superadas, como pueden serlo todas las demás?
A modo de conclusión, voy a dejar las palabras de un niño de 15 años, enetrevistado junto a sus padres por la BBC. «Simplemente es raro hablar sobre tus sentimientos sexuales con tus padres», dice Ben (nombre ficticio con el que reconoceremos al adolescente). Sus padres, Sophie y Martin (también ficticios), dos profesionales de poco más de cuarenta años, asienten comprensivos. Hablan de los «grandes problemas» que plantea el uso que Ben hace de las redes sociales. Para él las conversaciones sobre sexo y pornografía son mucho más confiables a través de inernet. Para sus padres, y sin duda para muchos de los adultos, también internet fue un lugar más cómodo de descubrimiento, ¿entonces por qué hoy el adolescente resulta más influenciable que el padre? Los padres de Ben están preocupados por la posibilidad de que el comportamiento de su hijo esté siendo afectado por el contenido al que está expuesto, y están intentando poner límites al uso de su teléfono y computadora. Dadas sus inquietudes, y cómo estas se relacionan con los temas de Adolescencia, acordaron ver el programa juntos y permitieron a la BBC presenciar su conversación, que abarcó desde la relevancia de Andrew Tate hasta el cuestionamiento de la amistad entre un hombre y una mujer. «Hemos trabajado mucho para crear un hogar abierto», dice Sophie, donde «se puede hablar de todo». Ben parece un adolescente seguro de sí mismo, goza de la simpatía de sus compañeros en la escuela de hombres a la que asiste. Ben les dice a sus padres que hay elementos de la serie que reconoce, como la descripción de las peleas y el ciberacoso en la escuela. Pero cree que es sólo una «imagen aproximada» de lo que es ser un adolescente hoy en día. Cree que se hizo principalmente para «un adulto que no está en línea». Por ejemplo, señala que la serie se olvida de mostrar el lado bueno de las redes sociales junto a sus peligros, mientras que expande algunos detalles sobre los códigos emoji (emoticones) que usan los adolescentes en la serie para entenderse en una suerte de secreto. Ben destaca la forma en la que Andrew Tate declara, «algunas de sus sugerencias, como ‘haz ejercicio una hora al día’, son correctas, pero luego dice que ‘el hombre debe salir a trabajar y la mujer quedarse en casa'», dice Ben, reconociendo lo negativo a su crianza y entorno.
Sophie le pregunta a su hijo: “Si no sabes cómo hablar con las chicas cuando te sientes incómodo, si no sabes como vestirte, dónde vas a buscar ayuda?». «En internet», dice Ben. «Así se cierra el círculo», agrega su madre. «Ahí es donde consiguen información». Ben no se avergüenza de haber usado ChatGPT durante dos años para obtener este tipo de consejos. «O TikTok», añade. Sophie cuenta que Ben aprendió más acerca de la amistad con el sexo opuesto durante una visita a la casa de su primo, quien asiste a una escuela mixta y tiene amigas mujeres. Aunque él afirma que lo hace a través de las redes sociales y sus consultas a páginas de pornografía. Como dice Sophie, «es un tsunami y a mí me dieron un paraguas». Ben cree que lo que ocurre en internet es constantemente minimizado por los adultos. Esto nos hace volver a la frase citada antes. Nosotros reconocemos que la vida real está fuera de una pantalla, ellos todo lo contrario. El desarrollo cognitivo en la adolescencia amerita adultos responsables alrededor. El desafío parece estar, entonces, desde las familias, hasta las instituciones educativas, hasta las políticas públicas, en conocer, reconocer, dialogar, negociar y limitar el poder de acción de las palabras y las pantallas en quienes protagonizarán el futuro a corto plazo.
Columna de opinión. Sitios web consultados:
https://www.csjn.gov.ar/omrecopilacion/
https://www.unodc.org/lpomex/noticias/diciembre-2023/