Lic. Agostina Salman – Proyectar Nación

Foto: “América Latina y la Unión Europea ante los nuevos desafíos geopolíticos” – Agostina Salman, 26 de Octubre 2022, en las oficinas de la Organización de Estados Iberoamericanos.
Reconstrucción de relaciones bilaterales entre la Unión Europea y el mercado regional más cerrado del mundo. Una pequeña reflexión.
En el día de ayer, tuvimos el agrado de asistir a la conferencia dada por Josep Borrell, en la sede argentina de la Organización de Estados Iberoamericanos. Desde el Grupo de Estudios sobre la Unión Europea de la Universidad Nacional de Rosario (@geueunr) y Proyectar Nación (@proyectarnacion), agradecemos la convocatoria e invitación.
Las palabras del alto representante de la Unión para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, y vicepresidente de la Comisión Europea, resultaron sumamente interesantes. Su franqueza, lucidez y determinación denotan sus años de estudio, preparación y experiencia, para ocupar uno de los altos mando de la unión supranacional más importante del mundo.
El escenario global actual fue descripto con cuatro palabras concluyentes: complejidad, peligrosidad, imprevisibilidad y desigualdad. La guerra en Ucrania fue el inicio del discurso. Quizás desde Sudamérica no dimensionamos en escala real lo que es tener una guerra interestatal en la frontera. Otro eje, siempre importante en la agenda europea, es el cambio climático. En regiones como América Latina, donde el crecimiento y desarrollo económico es siempre el gran desafío, los asuntos medioambientales pierden protagonismo. Lo que no pierde es peligro, y necesidades inmediatas; el cambio climático no ocurrirá, está ocurriendo. Borrell fue claro al respecto: en Somalia las personas huyen de la sequía, ya no pueden esperar a que llueva porque fehacientemente no ocurrirá, y es la sequía lo único que realmente impide que continúen viviendo allí, de la forma en que vivían. La crisis medioambiental empuja a la sociedad mundial a cambios estructurales. Tercera abscisa, también parte de la columna vertebral, política y ejecutiva, europea y global: el actual reparto del poder hacia la mayor transferencia de tecnología. Aquí entra en juego el gigante asiático. Ahora, ¿qué sucede con los países que no cuentan con margen fiscal para sobrellevar esta transformación? La periferia, los marginados, aquellos rincones donde no hay internet ni oportunidades de desarrollo. Europa sí lo tiene, pero no puede velar por todos los actores internacionales ni todos los pueblos del mundo.
“Rusia no puede conquistar Ucrania gracias a la ayuda de la Unión Europea, pero la destruye: el largo invierno ya llegó a hogares sin electricidad ni ventanas de vidrio que los protejan de los -10°.” Muchos señalarían que sin cooperación extranjera, en este caso europea hacia Ucrania, la guerra acabaría más rápido. ¿Y después qué? ¿Qué otro país sigue en la lista de Putin? Qué sucede con el principio de autodeterminación de los pueblos y los valores de democracia que Europa ha defendido y perseguido, como una constante de política, tanto exterior como interna, carácter sinequanon entre los países que hoy conforman la Unión.
Entre los especialistas presentes, bajo la conducción de la periodista María O’Donnell, el profesor Federico Merke señaló la existencia de un modo geopolítico distinto. Un razonamiento distinto, que implica otras cosas en juego: el fenómeno del grupismo, que busca la supervivencia y/o el desarrollo del grupo humano, socioeconómico, cultural o laboral, al cual respondemos por sentido de pertenencia, por encima de los demás. Otro ejemplo citado fue la existencia de la razón de estado por sobre la razón de sistema, una frase lúcida. En un sistema internacional precario bajo estas premisas, se citó a América Latina nuevamente como una región ocupada en sus propias crisis, sin espacio para preocuparse por cohetes y seguridad internacional. Un actor internacional como Estados Unidos mira hacia Europa y China, mientras que América Latina piensa en sí misma -y debe hacerlo-. China puede ver la región como una oportunidad para invertir y transferir economía, aunque no parezca reflejarse en la actualidad.
Al respecto, el diplomático señaló algo importante: América Latina es más bien una unión geográfica y lingüística, pero con países muy distintos entre sí. Un dato estadístico no menor, es el hecho de que la Unión Europea haya invertido más dinero en América Latina que en China, Japón e India, juntos. La frase siguiente es el titular de esta nota. América Latina no es problema ni solución de la Unión Europea, por ello pierde atención. Puede despertar preocupación Nicaragua, Venezuela, Cuba, por sus regímenes políticos tiranos, su propagación ideológica y la consecuente migración.
El Mercosur es el mercado regional más cerrado del mundo, y el costo de producción lo paga el pueblo. Aquella nula integración aparece en contraposición a la región más abierta del globo, el viejo continente. Los tratados de libre comercio celebrados en estos días significan un win-win para el alto mandatario, y las pretensiones de Europa son claras: dejar de emitir CO2 y asegurar la protección a la biodiversidad. No obstante, el contraste con la parte del globo más hermanada construye una desigualdad en crecimiento que se busca detener. “Los primos hermanos, Argentina y Europa, no trabajan como si lo fueran”. En este sentido, la creación de diálogo y alianzas es primordial. La Europa occidental representaba el 25% de la población mundial al finalizar la segunda gran guerra. Hoy solo el 5%. Los intereses en sostener una relación bilateral deben ser mutuos.
Otra de los especialistas presentes, Elsa LLenderrozas, describió esta visita diplomática como el posible inicio de una alianza estratégica, luego de años de invisibilidad de la región en el mainstream. Los errores de perspectiva marcaron con irreversibilidad nuestra agenda de política exterior. Por ejemplo, el hecho de buscar exportar más alimentos a Europa, mientras que Europa le paga a sus propios agropecuarios para que dejen de producir, por ser estadísticamente excedentarios en la producción de alimentos. Asimismo, América Latina pretendió soluciones para problemas domésticos que vengan de Europa, cuando lo único que vimos fue a Europa como la oportunidad de tener una mejor vida frente a nuestras migraciones masivas. Esto pudo haber alimentado el enfriamiento de las relaciones, sumado a las cuestiones notoriamente más importantes deben atender los europeos. A la hora de buscar similitudes que nos conecten, más allá de la similitud cultural, los disertantes reconocieron la inflación y el malestar social como realidades compartidas -aunque en muy diferente escalas-.
Qué es lo que espera Europa de la Argentina, respecto a su postura ante la guerra ruso-ucraniana, fue la pregunta que me quedó pendiente hacerle al mandatario. Aunque podemos imaginar su respuesta. Respecto a las inquietudes sobre centrales nucleares, la postura europea es lógica: no pueden cerrarlas ante una crisis energética, tras el cierre de importaciones de energía rusa. Otros intercambios de palabras con el público presente pusieron a China en primer lugar, “el socio, rival y competidor, al mismo tiempo, de todos nosotros”. El mundo necesita cooperar con China, su rapidez en la asimilación de tecnología es un punto clave a tener en cuenta en esta nueva era. Otro concepto concluyente fue el de democracia. Las democracias no crecen, eso es una realidad, pero existen per se y continúan siendo nuestros principales valores a defender y sostener.